GERMANWINGS 9525
Dicen que el acto más íntimo de la vida, en el que uno encuentra la mayor soledad, si es que la soledad tiene grados, es el del fallecimiento, el arrostro de la muerte. Y siendo probablemente esto cierto, aunque no conozco a nadie que haya regresado para certificarlo, y mi propia experiencia no pueda añadir mucho, excepto esas dos ocasiones en que tuve sendos conatos mediados por la adenosina, creo que hay uno aún mayor: el de la vida. El hecho de que siempre estemos buscando compañía para mitigarla no va sino en el sentido de confirmarla. Nuestra vida es cien por cien un acto íntimo, llevado en soledad, que se nos hace manifiesto en el momento mismo de tener conciencia de la muerte. En ese instante, toda la soledad nos abruma, no encontramos amparo ni siquiera en nuestros padres, pues qué pueden hacer ellos si no son capaces de remediar su propia evanescencia. Yo, que soy un melómano recalcitrante, encuentro en la música un claro ejemplo de dicho aislamiento. Cuando hablo con ami...