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Mostrando entradas de noviembre, 2015

HOMBRE ESQUIZOIDE DEL SIGLO XXI

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Es tricolor, es angustiosa, y su música y su letra, aunque probablemente escrita en contra de la guerra del Vietnam, expresa todo el horror del fanático y esquizofrénico hombre de este siglo Cat's foot iron claw Neuro-surgeons scream for more At paranoia's poison door. Twenty first century schizoid man. Blood rack barbed wire Politicians' funeral pyre Innocents raped with napalm fire Twenty first century schizoid man. Death seed blind man's greed Poets' starving children bleed Nothing he's got he really needs Twenty first century schizoid man. Felina garra acerada neurocirujanos clamando por más en las envenenadas puertas de la paranoia hombre esquizoide del siglo XXI Estante ensangrentado por alambres de espinos pira funeraria de políticos, inocentes esquilmados por el fuego de napalm, hombre esquizoide del siglo XXI Muerte esparcida por la codicia de los fanáticos, niños desangrados por el hambre de poetas, nada de ...

THE ROCK OPERA

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Curioso concierto al que pude asistir el día de Sta Cecilia, patrona de la música. Se trataba de una de mis bandas favoritas, enraizada en los setenta, aunque su comienzo anduviese por los sesenta. Ni más ni menos que Jethro Tull, o ya, sí, por qué no decirlo, Ian Anderson, pues a sus sesenta y muchos, es el único componente, por así decirlo, superviviente. Además, no es un componente cualquiera. Ha sido su alma Mater, compositor de prácticamente todos los temas y portador del sello inconfundible de la banda, el uso incombustible de su flauta en medio de, ni más ni menos, que un intenso, contundente y, a veces, folclórico rock. Y no de un rock meloso como uno podría suponer. Su flauta siempre fue heterodoxa, con brío y llena de guturalidad, que conformaba un sonido propio, y que se mezclaba perfectamente con la guitarra acerada y contundente de Barre en My God, o a veces chasqueante y nervuda, como en Hunting girl Había leído algo del espectáculo, pero, afortunadamente, de...

REQUIEM PARIS

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Si hay un requiem para el día de hoy, es éste inquietante de Ligeti, usado por Kubrik en su 2001, odisea del espacio, en una escena que nos lleva, a través de un agujero de gusano, hacia un final desconcertante y desolador, como la muerte misma