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Mostrando entradas de julio, 2016

EL REICHSTAG DE ERDOGAN

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Fue de alucine ver el debate de "24 horas" anoche. Aunque la alucinación viene más bien de anteanoche. El caso es que uno se va acostumbrando con cierto grado de desidia a lo que pasa en el mundo. Todo es atentados, masacres, corrupción, etc... Así que escuchar una nueva noticia que podría ser alarmante, realmente es que ni te inmuta. Ahora toca golpe de estado en Turquía. Y uno se desconcierta dentro del sopor, porque es llamativo que en un país tan sometido a violencia, se produzca uno tan, digamos, inocuo, y, a diferencia de los últimos cinco en el último medio siglo, fracase tan pronto y sin derramamiento excesivo de sangre. Ves imágenes que bien podrías confundir con las lamentables del postatentado en Niza, hasta que te percatas que son tanques ,los cuales son detenidos por unos cuantos manifestantes vociferando y agitando banderas, sin más disturbios. Rápidamente sale Erdogan en la tele y sofoca sin despeinarse todo un golpe de estado, promovido desde dentro ...

Juan Carlos Rivera

Gracias a mi amigo y profesor David Torrecillas por comunicarme e, incluso, traerme el programa de conciertos del nuevo festival de música antigua de Roquetas, Maramusicum. Realmente no presté atención a los concertistas y asistí casualmente a uno de ellos. Y al entrar al recinto, y ver que vendían CDs, me percaté que tocaba uno de los mejores laudistas españoles: ,Juan Carlos Rivera, acompañado por su ensemble Armoniosi Concerti. Un deleite, a lo que hay que añadir que fue gratis. Os muestro un extracto "robado" de las Folias españolas, especie de canon español muy antiguo sobre el que volvieron para hacer sus variaciones músicos impresionantes como Corelli, Vivaldi o Marais

JUNO

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Quizá sucedió porque era una náyade, hija del río Ínaco, de plateada cabellera fluvial; o quizá por sus tersos pómulos de sonrosados guijarros; o tal vez por sus ojos calmos y anchurosos como meandros, frescos y profundos como profundas pozas; también, probablemente, por sus senos de turgentes riscos labrados por los rápidos, y su esbelto sexo excavado como fuente en recia roca. O quizá fue porque él era terrible y lujurioso, o pícaro o embaucador, o las dos cosas juntas. O tal vez fue por todo ello por lo que fue que la ultrajó. Pero, al menos esta vez, no se transmutó, y lo hizo a cara descubierta. Aunque no fue lo suficiente atrevido como para no temer a su mujer. Por eso extendió un manto de oscuridad que ocultó a ojos de ella su procacidad. Pero fue precisamente esta turbación del día lo que puso a ella en alerta, y,  desconfiada de las infidelidades previas de su marido, fue a indagar lo que pasaba. Mas no encontró a la náyade, sino a una hermosa ternera, de sedosa y f...