Kim Jong-um íbero


 ¡En menudo guirigay se ha transformado la política española!

Transformado o culminado, aunque cualquier mala circunstancia siempre es susceptible de empeorar, sobre todo cuando de quien depende es del dux Sánchez. Aquí nos tiene. A todos los españoles. Estos cinco días. Reflexionando con él. Si es que precisamente él no lo tuviera desde el mismo comienzo todo reflexionado.

En una personalidad como la suya, la cual yo etiqueté, ya al comienzo de su imperio, hace unos años, y corroborándome con la opinión de algún amigo psiquiatra, de psicópata (pulsa aquí 🔔), muy difícil sería acertar qué derrotero va a tomar su decisión. Yo me atrevería a decir que ningún loco o enloquecido que pretende suicidarse lo avisa previamente. Quien avisa generalmente quiere llamar la atención para finalmente retomar su vida consentido en sus locuras. Pero claro, la resiliencia del presidente es de tal envergadura, que su realidad no sólo supera a la ficción, sino que también a la especulación.

Mi teoría es que él, más que reflexionar, lo que ha querido es ponernos a todos nosotros a reflexionar. Está claro que últimamente ha demostrado que él es la democracia y su sustento, de ahí esa expresión suya que mientras él no sacara a Franco del Valle de los Caídos, en España no existiría democracia. O esa prosopopeya de la democracia en su persona, al dar por hecho que este país es democrático en cuanto que progresista, y como aquí el único progresista es él, los resultados electorales han de retorcerse hasta facilitar su entronización, incluso a cambio del sacrificio de tener que mudar de opinión –una de cien veces más- y pactar con encausados y buscados por la justicia las leyes que hagan falta y sean del gusto de los delincuentes, con tal de que la democracia-él- gane, que el ceder el poder al partido más votado no es democrático si estos son de derechas, y, sobre todo, si pactan con esa manida y teórica ultraderecha. La democracia descansa en él, y una justicia igual para todos no está por encima de esto, pues él ya se avendrá a restablecérnosla en los términos que a él le parezcan en el momento que lo considere oportuno y los votos sigan permitiéndole ejecutar la ecuación que le otorga el poder.

Actualmente se encuentra sumido en los estertores de lo que debería llamarse una victoria pírrica. Pirro fue un caudillo y general famoso de la Grecia en época alejandrina. No en vano era sobrino de Alejandro Magno. Rey de Epiro, y tras la muerte de su tío, fue uno de los circunstantes en las guerras por ganar la hegemonía griega. Valeroso y atrevido, estas cualidades sólo eran superadas por su ambición, rondándole, como a los malvados de los comics actuales, la idea de dominar el mundo conocido de entonces, subyugando a las potencias dominantes y emergentes de Roma y Cartago. Para ello, se dirigió a defender los intereses de Tarento en la península itálica, y mantuvo dos famosas batallas contra Roma. La primera en Heraclea, en la que obtuvo el triunfo, pero la pérdida de muchos oficiales y sus mejores tropas, le llevó a decir: “Otra victoria como ésta, y tendré que regresar a Epiro solo”. No obstante, prosiguió su campaña, y acosó a los romanos hasta llegar a apenas 30 kms de Roma. Su altivez en la negociación provocó el rechazo romano a las negociaciones, por lo que tuvo que replegarse hasta Ausculum, donde fue alcanzado por las legiones romanas, donde se entabló nueva batalla, de la cual también salió victorioso, pero con unas pérdidas que menguaron su capacidad de mantener su ambición por más tiempo. Dicen los historiadores que entonces exclamó igualmente:” ¡Otra victoria como esta y estaré vencido!” De ahí viene la expresión de victoria pírrica, como aquella en la que para conseguirla, tus pérdidas son tan importantes, que igualmente puede asemejarse a una derrota. A semejanza de Pirro, la victoria de Sánchez se fundamenta en la retención del poder, a pesar de la paulatina destrucción que está provocando en su propio partido, que pasa de ser el adversario directo del PP en Galicia a ser terceros y comparsas tras el Bloque Gallego-victoria para él, pues mantiene su telaraña de poder-, o a obtener unos resultados lamentables en un País Vasco en el cual, no hace mucho, se alzaron con la victoria. Se muestra ufano con el ascenso de sus rivales y aliados circunstanciales, sin darse cuenta que en cuanto su saco de escaños se reduzca, cada uno irá a lo suyo. Piensa tanto en sí mismo y su gloria internacional, que hasta se la trae al pairo su propio partido.

Ahora vienen las elecciones catalanas, donde parece que sí hay posibilidades reales de que gane el PSC, y ese triunfo, sin duda, se lo adjudicaría, y lo achacaría a sus políticas fraternizantes que nadie ha pedido que lleve a cabo, ni independentistas, ni constitucionalistas, ni el resto de españoles, fraternidad que surge de la necesidad de conseguir 7 votos para retener el poder, y que ni siquiera consigue de los secesionistas el mínimo disimulo de una pequeña tregua en sus pretensiones. El caso es que el votante constitucionalista catalán está viudo de opciones en las que refugiarse. No de otro modo, y no hace tanto, no hubiera sido la formación de Ciudadanos la que obtuviera ese puñado de votos desorientados que le permitió ganar las elecciones. Pero la bisoñez estadista de sus avezados oradores truncó la posibilidad de mantener un ancla segura en la zozobra de la nave política catalana. Esto posibilitará, en parte, el triunfo de Sánchez, con el humo que no se impondrá a su lucidez populista de considerar que se trata de un triunfo exclusivamente suyo.

Ahora tenemos a dos machos cabríos encolerizados, uno porque le tocan jurídicamente el harem sin él haberlo consentido, y el otro porque le quitan el protagonismo que pretendía ostentar. Sánchez, como ser poco empático y sin remordimientos, no encuentra paralelismo entre lo que a él le sucede y lo que jalea, continuamente, contra la pareja de la presidente de la Comunidad de Madrid. No hay similitud. No es cinismo, es simplemente empacho ególatra que hace que no se vea sino como el mesías irrevocable e ineluctable de la nación. ¿Cómo a él hay nadie que le levante infundios, cuando es, como el alcalde de Amanece que no es poco, no contingente, sino necesario? Un acto de irresponsabilidad por parte de la oposición que amenaza la felicidad y el futuro democrático de absolutamente todos los españoles. España es él. Y eso encrespa al otro, al montaraz de los montes de Junts, que ve un atraganto de españolía en este llanto desmesurado de su “socio” disociable, al menos en estas elecciones. Y así vemos a los dos. Encendidos, con miradas erubescentes, como si un par de diablos los hubieran poseído, si es que no es que su propio demonio les aflora en ls pupilas y en la angulación marcada de sus mandíbulas.

Afirmar si es premeditada la reflexión de Sánchez es muy difícil saberlo. Un individuo encolerizado no es el más razonable del mundo. Pero lo que sí es seguro es que su acto inaudito e irresponsable le habrá permitido retomar la senda de su taimería, no hay duda. Por lo pronto, y desde su perspectiva, nos ha puesto a todos a reflexionar, y pensará, seguramente: “todos estos españolitos tienen que darse cuenta, con mi amenaza, de todo lo que perderían si yo ahora mismo me marchase”. De eso ya se encargan sus acólitos e impresentables ministriles-en cuanto que cargo y en cuanto que aduladores-: “España te necesita”, “Merece la pena”, “Estamos contigo, Presi”, “No pasarán”. La mayoría social contra la minoría ilocalizable polarizadora y manipuladora, fruto del ejercicio populista de pensar el ladrón que todos son de la misma condición, aunque muchas veces lo parece. Al final, él se aúpa, y los suyos también, a esa calidad de neomonarca instaurada por el comunismo dictatorial, y adquiere los mismos tintes histriónicos de los oprimidos coreanos ante su padrecito líder de la nación: Kim Jong-Un. Vamos todos a manifestarnos, a llorar por él, a desearle lo mejor, como si el querido presi tuviese una enfermedad terminal contra la que hubiere que luchar. Tú eres nuestra nueva deidad, por encima de la cual no puede instalarse siquiera la justicia, la razón, la lógica, menos aún la oposición.

Si Dios existe, y todos somos su obra, cómo Dios va a desaparecer. Mi reflexión me lleva a pensar que no va a renunciar. Bien porque en ningún momento lo sopesó seriamente, bien porque seguro que ya ha interiorizado los resortes para aprovecharse de la situación que su niñería ha ocasionado. Y si desiste, será porque se está especulando que nuestro mundo tetradimensional se le queda pequeño, y él quiera ser Dios de Europa y del Mundo entero, gestar naciones y completar otras, etc…, y, además, esté acorralado por algún tema que sospechamos, pero no vislumbramos.

En cualquier caso, este cuento, para nuestra desgracia, seguro que no termina mañana.

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