Haikú
Vivimos en una sociedad de escasa coherencia. Ahora que me sumerjo en ver qué es lo que hace la gente, veo que hay un entusiasmo desaforado en los nuevos poetas por escribir haikues. Alguien me podrá criticar la correcta escritura del término, pero distinta es según dónde la leas y en qué idioma la transcribas, pues es un ejercicio casi onomatopéyico reescribir un lenguaje como el japonés en otro de distinta grafía. Pero lo que sí se puede extraer en claro es su concepto: es un breve poema, generalmente de tres versos, sin rima, uno heptasílabo y otros dos pentasílabos, de temática sencilla pero contenido encendido. Y a esto se lanzan tropeles de nuevos clarines idiomáticos, difundiendo hasta las normas que ha de cumplir un poema para ser un verdadero haikú. En esto tropezamos cuando queremos encasillar una estrofa pintada con el corsé de nuestras palabras. Al parecer, lo que mide el verso japonés es una unidad sonora llamada mora, algo más breve que una sílaba nuestra, por lo que pe...