Haikú
Vivimos en una sociedad de escasa
coherencia. Ahora que me sumerjo en ver qué es lo que hace la gente, veo que
hay un entusiasmo desaforado en los nuevos poetas por escribir haikues. Alguien
me podrá criticar la correcta escritura del término, pero distinta es según dónde la leas y en qué
idioma la transcribas, pues es un ejercicio casi onomatopéyico reescribir un
lenguaje como el japonés en otro de distinta grafía. Pero lo que sí se puede
extraer en claro es su concepto: es un breve poema, generalmente de tres
versos, sin rima, uno heptasílabo y otros dos pentasílabos, de temática
sencilla pero contenido encendido. Y a esto se lanzan tropeles de nuevos
clarines idiomáticos, difundiendo hasta las normas que ha de cumplir un poema
para ser un verdadero haikú.
En esto tropezamos cuando
queremos encasillar una estrofa pintada con el corsé de nuestras palabras. Al
parecer, lo que mide el verso japonés es una unidad sonora llamada mora, algo más breve que una sílaba
nuestra, por lo que permutar las 17 que componen el haikú en 17 sílabas, no es
más que un ejercicio de aproximación. Amén de que tampoco es una regla estricta
en japonés. Esto hace que posea una mayor libertad de la que queremos darle.
En español, el gran difusor de
este estilo fue Octavio Paz, gracias a, entre otras cosas, haber vivido en
Japón durante seis meses como embajador, aunque el verdadero introductor fue
otro poeta mejicano, José Juan Tablada, que ya en 1919 escribe un poemario
repleto de ellos. Para Paz, las características esenciales del haikú son la
concentración (y concisión, diría yo) y la imperfección, reflejado como
aparente inacabado de lo expresado, y no tanto su representación gráfica, ya
que las características estructurales son muy difíciles de trasladar. Aun así,
yo pienso que con la veneración que existe en Japón hacia la caligrafía, no
sería extraño que la forma en que se enlazan los trazos de sus palabras
favorezca también la belleza del poema.
Quizá por eso, en nuestro idioma
en particular, contribuya tanto la metáfora y resto de figuras, así como la
rima y la ordenación de las palabras, a suplir esa belleza gráfica de la cual
no es capaz. Pero yo no diría que no exista esa concisión y esa imperfección,
que da pábulo al lector a hacer una composición mayor con el sentido que
encierra un poema castellano. No hay más que coger algún extracto de letrilla
de algún clásico nuestro para entenderlo:
Que junte un rico avariento
los doblones ciento a ciento,
bien puede ser;
mas que el sucesor gentil,
no los gaste mil a mil,
no puede ser.
Pero parece que este tipo de poema
está caduco y trasnochado, y se puede tener por gran desdoro el escribir bajo su
patrón. Pero se nos olvida que el haikú no tiene nada de vanguardista. Nos
retrotraemos a su siglo de oro, el XVII para admirarlo. ¿Por qué no habríamos
de retrotraernos nosotros a nuestro siglo de oro para explotarlo? Tal vez nos
cegamos con el imperio del sol y no nos acordamos que en nuestro imperio no se
ponía el sol.
Así, me ha dado a mí, en el día
de hoy, y aprovechando el carácter carnavalesco que tuvo esta misma fecha,
inserta en las celebraciones navideñas, otrora más pías y contenidas, por
regalarte unas letrillas satíricas aprovechando eventos acaecidos a lo largo
del año, para lo que te compongo un haikú introductorio:
Fluir quevediano
(hoy me siento jocoso)
o gongorino.
Y, como advertencia, te diré que
no te tomes muy a pecho lo escrito, pues la concisión precisa de contundencia,
pero el significado es más amplio y se derrama detrás de cada cuarteto, por lo
cual habrás de hacer un ejercicio de composición mental para entenderlo y no
ofenderte. Que está muy de moda sentirse herido por dar ánima a un objeto que
no puede ser más inane como es la palabra. Hoy hasta negro es una palabra digna
de retirar de la RAE por no querer entender que lo que ofende es el uso que de
ella se haga y, sobre todo, las ganas de ofender que haya detrás. Que hasta el
silencio, si es bien modulado, puede zaherir más que cien puñales. Así pues, no
te quedes con la palabra, malsonante a veces, sino con la burla que encierra
hermanada con otras distintas y similares.
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Problema eléctrico
no hay, el precio bajará,
es el remedio mágico,
y si esto no pasara,
dice del presi el mozo,
como si fuera un pozo
de La Palma sacad
la lava y el gas.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Ahora es el hombre
violador, ser de mal,
de réproba costumbre
y de pauta animal;
la hembra en cambio transmuta
santa hasta la más bruta,
e incienso antes fue atrás
ventosidad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Ser no binario
es un chollo, gran placer,
poder cambiar a diario
si eres hombre o mujer,
sólo tocarte abajo
notes o no badajo,
qué más da a quién solazas,
es novedad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Hay que matar
el acervo católico,
monja misa no dar
puede, el páter sí al chico.
La islámica más mola
aunque la hembra inmola
con vocación de yihad,
¡a Alá orarás!
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
No diga en obra
un silbido o piropo,
cualquier palabra sobra,
tenemos piel de hisopo.
Aunque sea lo más bello,
estampa mejor sello
en instancia, no alarmas
la vecindad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Vicio bizarro
es el fumar tabaco,
prende fuera el cigarro,
veneno cardiaco.
Mas dame los impuestos
sin logo de insurrectos,
más me valen las tasas
que no piedad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Pronto vacúnate,
e inmunización logra,
no llegue algún abate
que hasta niegue la viagra.
Si hay también tarambana
para lo de tierra plana,
más en ciencias infusas
hay zafiedad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Vaya astronauta,
de Duque va a ministro,
sonó al necio la flauta,
puso cartera y rostro.
No cabe duda alguna
no pisó hombre la luna.
Si insulso es mandamás,
es obviedad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
A Garzón preces
habrá que dirigir
conque vacas las heces
echen y no morir.
Si no seré butano
con ser vegetariano
a dieta de habichuelas,
¡Qué untuosidad!
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Gran atracción
viajar a ver volcanes
si has en vez de un avión
Falcón para tus planes.
¡Ay hospital con malaje
no hay para aterrizaje!,
llegaría en un plis plas
sin ansiedad.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
Qué gozo es
que ego tan subidito
no aplace a después
gloriarte tu solito.
Desde último a primero
cruz de Carlos tercero
todos tomad
tal no hubiese un jamás.
Lo dice Blas,
punto en boca: es verdad;
y todo lo demás,
mendacidad.
¡Ponme percebes!
- niño pobre en pesebre -
¿Cuánto puedes? Más bebes.
¿Que amor su milagro obre,
o juerga y polvorones?
¿Que un dios derrame dones?
¿Lo obsceno Satanás?
¿Qué es Navidad?
Lo dice Blas,
punto redondo, no hay más.
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