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Mostrando entradas de 2023

Adagio americano

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Karl Ferdinand Wimar - El rastro perdido   Q uizá debido a sus orígenes humildes, pues su padre era mesonero, en  Antonín Leopold Dvořák  (1841-1904) prendió desde pequeñito un amor desorbitado por la música popular de su país y una bonhomía compasiva hacia las clases deprimidas. Y probablemente eso pesó para que afrontara la gran aventura de mudarse con su mujer y sus dos hijos mayores a Estados Unidos en el apogeo de su carrera, aceptando la invitación de una filántropa para dirigir un conservatorio que había ayudado a fundar. Jeannette Meyers Thurber tenía el sueño, desde que estudió en el conservatorio de París, de crear una institución análoga en Nueva York, que permitiera definir y desarrollar la propia música clásica estadounidense, a semejanza de otras naciones europeas. Finalmente lo consiguió en 1885, fundando  el Conservatorio Nacional de Música de América, implicando a otros benefactores para bien lograr su constitución, incluido Andrew Carnegie (potent...

Adagio extático

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  Lévy-Dhurmer - Eva La mayor parte de las veces, los compositores, como genios creadores y seres dotados de altas capacidades, estaban jalonados de diversas peculiaridades, manías u obsesiones. Pero en el caso de Anton Bruckner  (1924-1996) podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que estas cualidades lo elevaron a la categoría de verdadero bicho raro. Nacido en el seno de una familia modesta, su padre le inculcó sus ocupaciones, cuales eran la enseñanza y la interpretación de órgano. La vida no fue especialmente cruel con él, o al menos no más que con otros músicos de antaño. Quedó huérfano de padre a los 13 años y su madre lo envió al no muy lejano convento de San Florián a completar sus estudios. Fue un virtuoso del órgano, pero no supo aprovecharse de su habilidad, con la perspectiva que nos da la historia, pues poco ha trascendido de sus obras para dicho instrumento. Devoto católico, de una timidez enfermiza, acuciada quizá por su poco atractivo físico, transmutó...

Adagio disfórico

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Chagall - El concierto Ahora sí que me permito una licencia extraordinaria, al incluir este Allegro non troppo e molto Maestoso - Allegro con Spirito del Concierto nº 1 en si bemol menor Opus 23 de Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893) entre los adagio de esta estación. Pero seguro que me comprenderás y entenderás si comienzas a escucharlo, y a reconocerlo, pues su inicio lo conforma una sintonía famosísima, hoy día emblema del romanticismo más ardiente, ese de las postrimerías del siglo XIX. Un romanticismo tierno, y no dramático y lúgubre como el del inicio del mismo siglo, representado por Poe, Chopin, Berlioz,  Bécquer…. Un romanticismo de flores y terneza, pues, frente al otro romanticismo de tuberculosis y lobregura. Y quizá, éste de Tchaikovsky, algo denostado por superficial, pero ¿quién decreta la profundidad de las obras? Ese romanticismo apasionado, ya anunciado en los primeros acordes de trompa, arranca en una melodía que no podríamos definir como alegre, tal vez...

Adagio bolchevique

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Chagall - El violinista verde L a historia, al final, siempre se repite. Aunque los aderezos con los que se adorne nos confundan. Tanto luchar los artistas durante siglos para liberarse del yugo del protector, o del servil patronazgo de la aristocracia, que los reducía a meros artesanos musicales, y para reivindicar su propia personalidad y llevar una vida creativa libre e independiente, para finalmente toparte con tu nuevo arzobispo Colloredo. Sergei Prokofiev desarrolló su carrera musical prácticamente coetánea a la Rusia revolucionaria y soviética, y mantuvo una relación un tanto ambigua con ella, no claramente crítica hacia el régimen, pero que a fin de cuentas le pasó su factura. Ya en los inicios de la revolución consiguió que lo dejaran salir del país, gracias a que por entonces pasaba por ser un revolucionario musical, y mantuvo una carrera más o menos exitosa en el extranjero. Pero debido a la mala suerte, principalmente con el estreno de sus óperas, su economía se resin...

Adagio soviético

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Renoir - Jovencitas al piano   Sin duda, la época más feliz de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)   fue la que arrancó tras el primer tercio de la década de los ochenta del siglo XVIII. Su vida se desarrolló hasta entonces en una jaula de opresión y coacción ejercidas por dos factores fundamentales. El primero, el cual era compartido por el resto de músicos, las dificultades, si no imposibilidad, de independizarse para ejercer su profesión de músico y compositor. Para muchos profesionales no era un problema, pues no se lo habían cuestionado con consistencia nunca, pero Mozart pasó toda su infancia , junto a su hermana Nannerl, haciendo giras bajo el auspicio de su padre, que exhibía sus habilidades en la interpretación del piano prácticamente como prodigios de feria. Aunque esto le robó la infancia, aparte de otros impactos negativos sobre su psique, le permitió darse cuenta de la posibilidad de poder vivir independientemente con el fruto de su trabajo. Pero chocaba con las c...

Adagio hipnótico

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  Salvador Dalí -  Desnudo en la llanura Tenemos la tendencia a pensar que la vida de los artistas creadores tuvo que ser propicia – no diremos feliz – para la realización de sus obras, porque, si no, no se entiende cómo se puede alcanzar tanta perfección o tanta belleza. Como nosotros ya poseemos el resultado, es lógico pensar que las musas fueron favorables. Pero, como sucede muchas veces a los artistas modernos, cada cual presenta sus conflictos, que ni la fama ni el dinero pueden atemperar. Y es probable que estos surjan ya desde la infancia. En el caso de Sergei Rachmaninov puede que fuera determinante la figura del padre, mal gestor financiero, además de jugador, libertino y bebedor, dilapidando la buena posición social y económica de la familia, por lo que, una vez que abandonó a la madre, el resto de la familis tuvo que trasladarse a vivir a un modesto apartamento de San Petersburgo, al amparo del auxilio de la familia de la madre. La tendencia del niño fue la de n...

Adagio sinestésico

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Kandinsky - Amarillo, rojo y azul Todos los genios tienen siempre algún grado de excentricidad. El que nos ocupa, Alexander Skriabin  (1872-1915), llega mucho más lejos que eso. Fue un virtuoso pianista, que por supuesto empezó a destacar en su niñez. A pesar de sus pequeñas manos, a semejanza de Alicia Larrocha, que no llegaban a cubrir una octava sobre el teclado (es decir, que extendiéndola no podia depositar su pulgar y su meñique en dos “do” separados por una octava), compuso y tocaba piezas de extrema dificultad. Dificultad que también entraña la dilucidación del mensaje que transportan. Y es que su cultura y su excentricidad le llevó a interesarse por la teosofía, una corriente de nuevo cuño que propugna una sabiduría eterna obtenida de la fusión armoniosa de todos los conocimientos religiosos, científicos y filosóficos. Nada que, en cualquier caso, le pudiera desengañar de la tremenda hipocondría que padecía. Por otro lado, declaraba ser portador de habilidades sinestési...

Adagio caledonio

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John William Waterhouse - Dama de Shalott   Felix Mendelssohn  (1809-1847) es considerado hoy día uno de los baluartes del cimero romanticismo alemán. No obstante, su vida lo llevó por un sendero alejado del prototipo romántico. Si por romanticismo hemos de entender una actitud vital desafiante frente a las normas establecidas, impregnado de sensualidad e individualidad, ésta sólo podía manifestarse mediante una confrontación hacia las reglas más rígidas de la época anterior, el clasicismo. Mendelssohn, lejos de llevar una vida atribulada y bohemia, creció en un ambiente mimoso y protector, en el seno de una familia acaudalada, culta y prestigiosa, que le permitió, entre otras cosas, codearse con los prebostes de la élite cultural y artística de la Alemania de su tiempo. Esto le posibilitó adquirir una formación musical académica, basada en el estudio de las obras clásicas y barrocas, gracias a las inquietudes musicales que algunos miembros de su familia habían sentido, ent...