LA MANADA Y EL RIO MARA
Conforme avanza la tecnología, me asombra, cada vez más, cómo en vez de hacernos evolucionar, retrocedemos a actitudes propias de sociedades desinformadas y carentes de cultura. Y es que quizá no sabemos aprovechar o distinguir la información, y nos seguimos moviendo por sentimientos, o por instintos, y cualquier intento de racionalizar las cosas choca con el apasionamiento desatado en las redes.
Estos días fui uno de los que quedó asombrado por la sentencia del juicio llamado "de la manada". ¿Cómo habían condenado por abuso sexual a estos tipos cuando todo parecía indicar que se trataba de violación? Me quedó un resquicio de curiosidad al enterarme que había un voto particular, y me quedé con ganas de saber por qué este otro magistrado había entendido que era violación. Perplejidad fue el resultado al enterarme que su voto era absolutorio. Entonces no comprendí nada. Pero, claro está, esto azuzó aun más mi curiosidad. Y aprovechando que una familiar, profesional de los juzgados, me envió la sentencia completa, decidí proceder a leerla, porque estaba claro que algo se me escapaba.
Hoy en día, expresar tus opiniones en las redes te expone a la posibilidad de toda clase de insultos, así que aclararé antes un par de cuestiones.
Felipe Benítez Reyes, Ideal, 5/5/18 |
En segundo lugar, que estoy de acuerdo conque las condenas sean más duras y estrictas en determinados delitos, como lo son la violación, la pederastia y toda actitud cruel por parte del condenado una vez impuesta ésta y que no permite ni el alivio de las personas dañadas ni la evidencia de arrepentimiento en el reo. Así, en estos casos que hemos vivido últimamente, en los que hombres torturan y matan a mujeres, con o sin agresión sexual de por medio, en que no confiesan qué hicieron con el cuerpo de la víctima, etc..., las penas deben ser o más duras,o, al menos, más estrictas. No es posible sacar a un individuo de la cárcel por buen comportamiento cuando no confiesa qué hizo con su víctima. No puede uno conformarse con que pedófilos y violadores se comporten bien en la cárcel, porque para este grupo de delincuentes es sencillo al no tener presentes el objeto de su pulsión delictiva. Por eso no veo con malos ojos lo de la condena perpetua revisable.
Pero, evidentemente, mi perplejidad en este caso ha venido también por varias cuestiones. La primera, que yo, como una inmensa mayoría de gente, me olvidé de la presunción de inocencia, no ayudándome las informaciones que durante todos estos meses hemos recibido, en las que siempre se catalogaba el caso como el de la violación de una joven, por lo que el delito en cuestión estaba ya asumido. La segunda, y que influye treméndamente en todas las corrientes de opinión, en las tertulias de radio o televisión, en las oleadas de manifestaciones en contra de la condena y de los jueces, y en la que yo también me encontraba hasta que le puse remedio, es que casi nadie ha leído realmente la sentencia. La gran mayoría se ha quedado con frases subrayadas en los medios de comunicación y sacadas de contexto, y esto ha conducido a declaraciones desaforadas basadas en sentimientos legítimos de restitución y justicia, pero no basadas en el análisis que de los hechos han realizado los jueces.
Esta mañana escuché una tertulia en la tele, en la que salía Arcadi Espada exponiendo las mismas valoraciones que yo he extraído al leer la sentencia. Y al tiempo que él las quería razonar, se le echaban encima otros contertulios con argumentos del tipo que cómo una enorme cantidad de gente podía estar equivocada en sus apreciaciones (a lo que el contestó sabiamente que la verdad no es una cuestión de mayorías), o como la muy facilona hoy en día, cuando expresas opiniones, de que es un machista (otra muy recurrente es la de fascista) por el simple hecho de razonar la anterior poniendo como ejemplo que en la Edad Media la mayoría de la gente creía en las brujas y estas no existían, y le contestaron: Ahí está tu machismo: ¿no puedes sacar un ejemplo que no sea de mujeres?
Pues bien, leyendo la sentencia, destaca el que ninguno de los jueces ridiculiza a la víctima. Ninguno considera que una mujer tenga que resistirse para que se considere que ha habido agresión sexual. Es más, la condena (no olvidemos que los cinco individuos han sido condenados) se basa esencialmente en que la mayoría de los jueces han creído la versión de los hechos de la víctima. Y al ser en ésto en lo que se basa esencialmente, es también lo que ha provocado la disparidad de criterios entre ellos. El quid de la cuestión es la existencia o no de consentimiento de la víctima al acto sexual. Y conste que yo no me posiciono, porque yo ni he asistido al juicio ni he visto los videos, que constituyen el otro elemento de disensión. Yo analizo lo que ellos argumentan. Y en lo que coinciden es en que no hubo negación por parte de ella a las relaciones. En cuanto a si consintió, ellos así lo afirman y ella, en el juicio, parece ser que no lo niega. Y es por eso que los dos jueces mayoritarios piensan, ante esa duda, que en cualquier caso lo que hubo fue una posición de ventaja en los cinco acusados dada la corta edad de la víctima, la supuesta menor experiencia sexual de la misma, el hecho de que se encontrase en estado de embriaguez y la superioridad numérica y de fortaleza de los acusados, de tal manera que, aunque hubiera habido un consentimiento, este habría estado viciado por la situación de prevalimiento de los acusados, de ahí la condena por abusos con agravante de prevalimiento, ya que ellos ni amenazaron ni obligaron explícitamente a la acusada a mantener relaciones sexuales. Y todo esto basado en la versión de la víctima, a la que los dos jueces le dan credibilidad de carga al no haber habido contradicciones o cambios sustanciales en las declaraciones hechas tanto en el momento de los hechos como durante el juicio. Y en esto es en lo que está en contra esencialmente el voto particular del otro juez: en que sí ha habido cambios sustanciales entre ambas declaraciones. Y en que, en cualquier caso, estas no le resultan veraces. Podremos estar de acuerdo o no, nos gustará más o menos, pero su exposición es más concienzuda que las de sus colegas. entre otras cosas porque sabía que se estaba metiendo en el callejón en el que al final, claramente, se ha metido, y evitar en la medida de lo posible la descalificaciones y las malinterpretaciones de su argumentario. En su opinión, todo el periplo antes de llegar al momento crucial del acto sexual denotan que la víctima siempre fue consciente de lo que hacía y de cuál era el propósito de los acusados (relaciones sexuales grupales). Toda la argumentación, aunque no se esté de acuerdo con ella, es respetuosa con la víctima. Incluso ese extracto (que en mi opinión al final no ha sido afortunado para lo que perseguía) de que en los vídeos se observaba un clima de regocijo, era en contraposición a lo que habían observado sus colegas en ellos: que los acusados se jactaban de su acto por las caras que ponían, mientras que éste las atribuía a las expresiones que se adoptan en la fascies cuando se practica sexo.
Pero toda esta exposición no va en el sentido de alinearme con una versión u otra, o de emitir mi propio, literálmente, juicio. Mi objeto hoy es criticar la esquizofrenia e incoherencia de la sociedad en la que vivimos. Muchos manifestantes, muchos grupos de presión, muchos partidos políticos, no sólo no se leen la sentencia, lo cual es evidente por el tipo de comentarios que realizan, sino que además encabezan un linchamiento público hacia nuestros jueces, y aun les provoca estupor que todos estos se manifiesten conjuntamente en defensa de sus colegas y del poder judicial, esencial en nuestro estado democrático. Piden que se clarifiquen los delitos sexuales en el código penal, cuando lo que no han podido clarificar ellos son los hechos. Piden también que se aumenten las penas, cuando por otro lado, parte de estos mismos grupos se oponen a la prisión permanente revisable. Cargan sobre la diligencia y la preparación de estos jueces, cuando solo leyendo sus sentencias se colige el conocimiento y la dedicación que ponen en su trabajo. Y cargan, sobre todo, contra la honorabilidad del juez discordante, basándose fundamentalmente en una sanción administrativa en el pasado, probablemente provocada por la sobrecarga de trabajo que padecen, y que en nada desprestigia su diligencia.
Como colofón, aparece el ministro de Justicia aventando, en vez de calmar, todo éste linchamiento público hacia los jueces con sus declaraciones levantando dudas acerca de la capacitación del juez. Una vez más, tanto jueces como fiscales, le han dado una lección, recordándole la independencia del poder judicial en toda democracia que se precie, instándole a usar los canales correctos en el caso de que aprecie alguna situación anómala, y no entrando, jueces y fiscales, a valorar la sentencia realizada, no por corporativismo, sino porque existen los mecanismos adecuados para recurrirla. Y no es solo en este caso en el que muestran entereza y determinación, e independencia, en el desempeño de su labor: ya las han mostrado durante el proceso independentista, incluso los magistrados consultivos de la Generalitat, y en todos los casos de corrupción de políticos.
Así pues, exijamos endurecimientos de penas si así lo consideramos, pidamos esclarecimiento de lagunas procesales o normativas si existiesen, leamos y critiquemos las sentencias cuando se nos ofrecen, para así hacerlo con fundamento, pero no descarguemos nuestra furibunda rabia ni nuestra desaforada frustración por la lacra de la violencia machista sobre unos jueces que no solo demuestran conocimiento e integridad en su trabajo, sino que tienen que capear con un principio esencial en la justicia, y del que a veces no nos acordamos: eres inocente hasta que no se demuestre lo contrario.
Así, como en el Serengueti, cuando la manada se ponga en marcha, distingamos quienes deciden cruzar el río Mara, y quienes, al cruzarlo, perecen ahogados o despedazados por los cocodrilos, bajo el designio fluvial de la justicia
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