Un mendicante suplicando una vida superior
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Si hay un signo claro del paso del tiempo y de nuestro envejecimiento, ese es, sin duda, la muerte de nuestros héroes juveniles. Los míos eran musicales, e igual que hoy día el espejo de mi perdida juventud es el trato con personas más jóvenes, inmerso en la credulidad de creerme en su edad, así, nuestros grupos musicales y cantantes perviven aislados del paso del tiempo al permanecer en nuestros oídos sus himnos musicales, hasta que una noticia nos abofetea con la muerte de alguno. El luctuoso turno le ha tocado a Rick Davies, cantante y teclista del grupo Supertramp.
No voy a hacer ninguna semblanza del grupo, pues ya es harto conocido por todo el mundo, hasta por los melómanos más bisoños. Solamente deambularé por lo que este grupo, como otros semejantes, y Rick Davies, su mentor, coautor de prácticamente todos sus temas e integrante desde el inicio del grupo hasta su propia muerte, ha supuesto para personas como yo.
Aún me veo, en mi temprana adolescencia, recién comenzado mi gusto por la música y ya decidido a brindarle un puesto destacado en mi corazón, sentado en el cuarto de estar de mi casa de Ronda, frente a un tocadiscos con radio incorporado, de tapa acrílica abatible, con su eje multidiscos y su dispositivo automático, y dos pequeños altavoces de pantalla entretejida con hilos de viso dorado, con el álbum “Crime of the century” apoyado en mis piernas. El disco no era mío. En aquel entonces, en la España periférica, aún no vaciada, el acceso a los discos era dificultoso, como lo era también el acceso a la información de las novedades musicales. Supertramp, entonces, formaba parte del universo del culto musical, ya que no era música apropiada para las estaciones de radio, adaptadas a temas pegadizos, breves y de reiterado estribillo. Estos grupos se conocían por el boca a boca y por prestarse los discos los unos a los otros, para luego, conectando el tocadiscos -si se tenía el privilegio de contar con las conexiones apropiadas- con un magnetófono, lo grababas en cintas magnéticas: colocabas el disco y, rápidamente, cuando caía la aguja sobre los surcos periféricos del vinilo, rápidamente te ibas a las teclas del cassette a oprimir simultáneamente las etiquetadas con play y récord, y atentos a cuando acababa el disco para pausar o detener también la cinta. Pero mientras tenías el LP en tu poder, y antes de devolvérselo a su dueño, lo disfrutabas varias veces por su sonido más cristalino y contundente.
Pues me recuerdo aún, sentado en el sofá, con la funda interior en mis manos, después de haber contemplado la portada y contraportada, con su fondo de estrellas y sus letras en dos colores, blancas y amarillas, según cuál fuera el cantante cuya voz se escuchaba en ese fragmento, pues tanto Rick Davies como Roger Hogson eran vocalistas, alternándose no sólo entre canciones, sino también dentro de la misma.
Supertramp formó parte, junto con otros grupos coetáneos, de una transformación de la atmósfera sonora de la música rock, pasando de una simple trabazón entre guitarra, piano y sección rítmica a una densidad acústica, llena de matices y retorceduras melismáticas que, sin abandonar el pulso y la contundencia primigenia de la música rock, adornaron melodías ensoñadoras, sones turbadores, con una hondura y un virtuosismo proverbial, de tal manera que impregnaban todo el espacio sónico de una abrumadora compacidad filarmónica.
Con este cambio, dieron un paso gigantesco en el desarrollo de la música rock hacia unas latitudes canoras inéditas, cada grupo con su sello característico. El “Fragile” de Yes y el “Dark side of the moon” de Pink Floyd, fueron los émulos de “Crime of the century”, suponiendo un antes y un después en sus respectivas carreras musicales. Con Pink Floyd comparte la similitud de haber iniciado con sus respectivos discos sendas trilogías insuperables, como fueron “Wish you were here” y “Animals” para Pink Floyd, y “Crisis?What crisis?” y “Even in the quietest moments” para Supertramp, que en ambos casos se siguió del mayor éxito de ambas bandas, "The wall" y “Breakfast in America”, respectivamente, y que posteriormente, bien por muerte por éxito bien por egos acrecentados y conflagrantes, iniciaron el inevitable descenso al infierno de la descomposición, en el que los alardes musicales fueron apagándose para tan solo tributar obras sencillamente dignas, que a menos no son capaces de llegar estos individuos tocados con la varita mágica de la creación. Para mí, en ambos casos, la esencia es esa trilogía. Tal vez para melómanos más jóvenes sea el álbum que marcó los respectivos puntos álgidos de cada grupo. Cada uno toma de referencia el álbum que los poseyó al escucharlos, y tal vez por ello sean los menos los que puedan pensar como yo.
Supertramp mantuvo las apariencias un álbum más, y lo insostenible se quebró, largándose Roger Hogson por su camino, y Rick Davies echándose el grupo a sus hombros, creando un canto de sirena titulado “Cannonball” al que siguieron tres estertores más, con música más simple y repetitiva, y menos entrañizadora.
Han sido 50 años de audiciones insaciables de sus discos, sin la más mínima muestra de cansancio, aburrimiento o desdeño, llegando al punto en que tenía perfectamente localizado el momento en que la aguja del tocadiscos iba a surcar rasgando el vinilo en un punto concreto desperfecto, con el molesto chasquido consiguiente.
Lo más cerca que me encontré de Supertramp fue cuando coincidí con Roger Hogson en un vuelo a Madrid desde Almería, al día siguiente de un concierto que dio en la capital andaluza, al que asistí. Fue simplemente un contacto visual mío, porque él iba absorto avanzando por el pasillo del avión mientras yo me debatía entre la perplejidad y la alegría. Pero no hice ningún intento de abordarlo. Tal vez por mi iconoclastia, o quizá por mi pequeñez ante su presencia. En cualquier caso, para un personaje famoso como éste, tú no eres más que un instante convencional, y no debe sospechar que mientras tú eres para él un soplo, él ha insuflado tu vida durante cincuenta años, dando tristeza a tu melancolía, soporte a tu depresión, andamiaje a tu alegría, melodía a tus pensamientos románticos, en los momentos más tranquilos, y en los más lógicos, desde ahora en adelante aunque el camino a casa sea largo, en la escuela o en el asilo, ya llueva ya sea un día normal, esté loco o soñador, estampado todo de una manera indeleble, como una rosa de fuego en la piel.
Ahora sigo escuchando los eviternos discos de Supertramp, aunque cambiando el soporte. El tocadiscos ha pasado a ser un home theater 7.1 con soporte de etapa de potencia, 9 altavoces y un subwoofer, que permite extraer todavía, cincuenta años después, nuevos detalles en ellos que provocan que me sonría para mis adentros al tiempo que pienso: “mis héroes siguen vivos”.
Como tributo lutoso, ofreceré una de las canciones menos conocidas al tiempo que más recogidas, con él al piano sólo, y hablando de un íntimo viaje en una barca, en probable compañÍa de una mujer, que ahora adquiere el cariz de la muerte, y como un Caronte órfico, se dispone a cruzar para siempre jamás las orillas del Aqueronte, para dulcificar los terribles silencios y lobreguras de Pluto y su esposa, la intercadente Proserpina... aguas abajo.
Downstream
Tomamos un barco el domingo, surcando el mar
Took a boat Sunday, down by the sea
Me sentí tan bien, tú y yo
It just felt so nice, you and me
Sin problemas o preocupaciones
We didn't have a problem or a care
Y todo alrededor era silencio, por todas partes
And all around was silence, everywhere
Tú eres la razón por la que nací
You are the reason I was born
Atravesaré contigo todas las estaciones, mis oídos atentos a tus llamadas
Be with you through all seasons, I'll always hear you when you call
Mantendremos la luz del amor brillando a lo largo de cada día y noche
We'll keep the love light shining through each night and day
Dejé atrás la soledad, oh qué cambio imprimiste
A lonely life behind me, oh what a change you've made
Así que surcando el océano nos quedaremos
So down here on the ocean we will stay
Soportamos muchos cambios
Went through a lot of changes
Pasamos un montón de páginas
Turned a lot of pages
Cuando tomamos un barco el domingo
When I took a boat Sunday
Para conocerte como te conozco ahora, eso es todo lo que necesito
To know you as I know you now, that is all I need
Y nos llevaremos bien de cualquier manera, mientras creamos
And we will get along somehow, if we both believe
Así que surcando el océano nos quedaremos
So down here on the ocean we will stay
Soportamos muchos cambios
Went through a lot of changes
Pasamos un montón de páginas
Turned a lot of pages
Cuando tomamos un barco el domingo
When I took a boat Sunday
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Genial Rodri
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