Almería, una historia vascular
ALMERIA, UNA HISTORIA VASCULAR
Si alguna ventaja tiene pertenecer a un servicio de cirugía desde el momento de su fundación, es la de poder saber exactamente cual fue la fecha correcta de ese comienzo. Sin embargo, aunque la sé, podría decir que el origen de nuestro servicio se remonta a los años 80, cuando un par de estudiantes de medicina comenzó su singladura sin sospechar en absoluto por dónde les llevaría la vida.
Pepe Moreno Escobar, a quien hay que reconocerle la intrepidez y la resolución de establecer una unidad de Cirugía Vascular en Almería, y yo, Rodrigo Yoldi Bocanegra, fuimos compañeros de clase, y también amigos, en la promoción 82-88 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, y fuimos los que finalmente comenzamos esta singular aventura en 2001.
El origen de mi inclinación hacia esta especialidad, comenzó en los últimos años de carrera, cuando me incorporé como alumno externo a la plantilla de la Clínica La Salud, donde ayudábamos e instrumentábamos a todos los cirujanos de toda clase de especialidades en sus intervenciones. Pepe había estado antes que yo, pero no le satisfizo y lo dejó. No coincidí con él ahí, pero sí con uno de los cirujanos que me parecía más despierto y divertido, amén de más generoso, pues nos compensaba el hospital con una pequeña paguita, que se suplementaba con lo que algún que otro médico nos donaba, según su generosidad y que el paciente fuera privado o de compañía médica. El cirujano en cuestión era Paco Moreno Padilla, formado en Madrid y que estuvo trabajando en el Hospital Ruiz de Alda, donde ejercía de jefe el mayor de los hermanos Cabrera. No estando cómodo en dicha unidad, él, y el Dr. García Róspide, se trasladaron al embrión que se comenzaba a gestar en el otro gran hospital de la ciudad, el Hospital Clínico, junto al Dr. Ros Die, entonces escoltado por los doctores Peñafiel Marfil y Ramos Bruno.
Por aquel entonces, Pepe me aventajaba en dos años, pues aparte de aprobar el MIR un año antes que yo, él fue más listo e hizo el servicio militar a través de las milicias universitarias. Cuando yo aprobé, como ocurría por aquel entonces, cuando al servicio militar obligatorio aún le quedaba poco tiempo para ser eliminado, elegí mi plaza en el Hospital General de Asturias, pero tuve que reservarla para ir a cumplir con la patria. Duré tres días en el campamento de Cáceres, no sé si porque con tres días fue suficiente para hacerme un hombre, o porque vieron que no tenía remedio lo mío. El caso es que me declararon inútil, gracias a la exploración de un traumatólogo de verdad en el Hospital Gómez Ulla, que es el que me correspondía por haber tenido “la mala suerte” de caer en el sorteo en la región militar de la zona centro. Si no, mi suerte hubiera sido adversa, y hubiera tenido que volver a alegar en Granada, donde ya lo hice en dos ocsiones y nunca me hicieron caso, quizá por no ser traumatólogos los que me valoraron o porque aun siéndolo, máyor grado militar jalonaba su desidia.
Cuando Pepe eligió su plaza, todavía me acuerdo que un compañero me refirió que había elegido una cosa que se llamaba Angiología. Por aquel entonces estaba un poco perdido, y no sabía que había elegido lo mismo que, precisamente, en que yo ayudaba en la privada. Y recuerdo que exclamé preguntando: ¿pero que tontería de especialidad ha escogido? La verdad es que es el día de hoy y todavía encuentro excusa a mi simpleza, pues la mayoría de nuestros colegas de otras especialidades no tienen mucho más claro a qué nos dedicamos en nuestra especialidad hoy en día.
Al reservar la plaza y librarme de la mili, Paco Moreno me propuso, que ya que no iba a hacer nada en todo el año, que por qué no me iba con ellos, con los vasculares del Clínico, a echarles una mano. Aquello constituyó mi primer contacto serio con la especialidad, y aunque no cobraba nada, me gané alguna operacioncilla y, como premio gordo, asistir a mi primer congreso vascular, que se celebró en Barcelona, y que fusionó en aquella edición el congreso nacional de nuestra especialidad con otro internacional. Allí, en el Clínico, ejecuté mi primera operación, llegando todo ufano a mi casa para compartirlo con mis padres, los cuales mostraron un gesto de perplejidad cuando me vieron tan contento por haber amputado a un desgraciado señor. Las cosas de los principiantes.
En aquella época sucedió otro evento importante para el inicio de nuestra unidad, de lo que yo no fui consciente hasta que llegué a Almería. Mientras yo ayudaba en quirófano en el Clínico, llegó por allí a rotar un estudiante italiano, mediante la beca Erasmus. Como él nos relató en su momento, venía embelesado por una granaína que meses antes fue a hacer lo propio en Italia, y espoleado por el furor hormonal, tras sus pasos desembarcó en el Servicio del Dr. Ros. Huelga decir que fracasó en su tentativa amorosa (fue otra chica la que lo conquistó, de la bella Albión), pero también cayó cautivo de nuestra especialidad. Una vez que terminó su estancia, se la ingenió para permanecer más tiempo en Granada, consiguiendo otras becas que le consiguió el Dr Ros para hacer trabajos científicos en la unidad. Finalmente, se preparó el MIR aquí en España, sacando primero plaza de médico de familia, pero no contento con ello, perseveró hasta conseguir plaza de Angiología y Cirugía Vascular en el Hospital Santa Cruz y San Pablo de Barcelona.
Este médico italiano se llama Ottorino del Foco. En Barcelona congenió con el residente que justamente le antecedía, y al que (me puedo imaginar hasta qué límites) le comió el coco para que, llegando el momento de la confluencia de nuestros destinos, se fuera a un servicio que iba a montar un amigo suyo en Almería.
Así pues, Pepe hizo su residencia en Granada, comenzando en el Hospital Ruiz de Alda, para, a renglón seguido, continuarla en el Hospital Clínico cuando echaron el cierre en el primero, trasladándose todos los residentes en bloque. Luego prosiguió su carrera como adjunto en Granada. Y fue allí cuando comenzó a devanarse los sesos para constituir un servicio en Almería. Por aquel entonces no había servicio de vascular ni en Jaén ni en Almería, en el Hospital Clínico de Málaga sólo había 2 adjuntos, en el Virgen del Rocío de Sevilla sólo uno, en Huelva dos, y los únicos servicios que se podían contar como tales eran el de Cádiz, el Clínico de Granada y el Virgen de Valme en Sevilla.
Yo, por mi parte, terminé haciendo la residencia en Oviedo y conseguí mi primera plaza de adjunto, no sin esfuerzo, en el Hospital de la Candelaria en Tenerife, donde estuve desde 1996 hasta que recalé en Almería. Una singladura de seis meses buscando trabajo, pues pese a la carestía de vasculares hubo que sumar la despreocupación de las instituciones por dotarlas. Me imagino que por aquel entonces, aún no tendrían muy claro para qué servía un cirujano vascular. Busqué en Málaga, Sevilla, Huelva, en Badajoz, en Cádiz, en Vigo, Gijón, y en Albacete. Aquí me paro para tener un recuerdo para el humano Dr. Masegosa, que fue quien me ayudó, informándome de la existencia de una plaza en Canarias. ¡Cómo ha cambiado la cosa! Ahora nos pegamos tortas por encontrar un residente recién acabado.
Recuerdo el año 2000 como el más intenso en cuanto a la insistencia de Pepe para que me fuera con él a Almería. La verdad es que yo no me hice mucho de rogar, pues desde que me fui a Canarias tenía claro que, si me volvía, pues yo estaba contento en la insularidad (he de constatar que antes de irme para allá, pensaba, como todos, que las Canarias estaban en la quinta puñeta, pero una vez que estás allí, te das cuenta que en la quinta puñeta está la península), como decía, si me volvía, sería para ir a Málaga, porque me atraía la ciudad, o a Almería, porque me vendría con mi amigo Pepe.
Pepe dio el paso definitivo en Octubre de 2000, y fue cuando comenzó a lanzarme ultimati, a mí y al Dr. Juanjo Jiménez Ruano, pues eramos con los que contaba en un principio. Juanjo había estado en Jaén junto con el Dr. Martínez cuando se creó la unidad de Jaén, después de lo cual se trasladó a Málaga, y para cuando echó cuentas de si volver o no a su ciudad natal, decidió no hacerlo por cuestiones personales. Hay que indicar que el Dr. Jiménez Ruano, el Dr. Pepe Moreno y yo fuimos compañeros de clase.
Pepe fue ultimando detalles nada más asentarse en Almería e hizo dos quirófanos de varices, pero le aconsejé que no se metiera en tinglados quirúrgicos hasta que no llegara yo y fuéramos al menos dos. ¡Y llegué! con el cachondeíto en el hospital de si es que estaba llegando en patera desde Canarias, pues pensaban que no hacía sino posponer el día de mi llegada. Lo cierto es que no quise arribar antes de que acabaran las Navidades, porque pensaba que les hacía una jugarreta a mis compañeros de Tenerife. Así que, como Hall, en la película 2001 una odisea del espacio, nuestro servicio tomó conciencia de sí mismo y comenzó a funcionar el 8 de Enero de 2001.
La verdad es que ha sido uno de los momentos más bonitos de mi carrera, y es compartida esta opinión por Pepe, con quien recientemente coincidí en la jubilación de una de nuestras enfermeras. También fue el de, quizá, más esfuerzo. Es verdad que siempre he trabajado en servicios pequeños y muy saturados de guardias (en Tenerife hubo algún mes de 23 guardias), pero nada se podía comparar a la situación en la que nos habíamos embarcado: los dos solos todos los días de guardia. Porque decidimos, desde un primer momento, que si pretendíamos crecer en un futuro con solvencia, la única manera de atraer a gente a un sitio tan periférico como Almería era manteniendo una cartera de servicio completa.
Así que, el servicio militar que no había hecho en su momento, el destino me lo castigó con esta nueva mili. Pero era tal la ilusión con la que Pepe y yo comenzamos, que apenas hizo mella en nuestro ánimo y en nuestra resistencia ese nivel de trabajo y de saturación física y mental. Pepe me animaba con los planes de futuro, de contratar más gente, y yo a él disipándole las dudas acerca de que yo me fuera a largar a otro sitio más cómodo. Todo esto estrechó nuestra relación hasta límites insospechados, siendo el día de hoy que yo solamente doy besos a dos cirujanos vasculares: a Pepe Moreno y a mi hijo, Rodrigo Yoldi jr., residente en el Hospital de Peset.
Así estuvimos unos quince meses, aproximadmente. Me acuerdo como anécdotas, cómo, a veces, con el buen tiempo, hacíamos la sesión matutina en una churrería de Aguadulce antes de ir al trabajo. O cómo teníamos un protocolo de cervecita relajante en el Puerto de Aguadulce cuando salíamos de madrugada de alguna urgencia extenuante.
Al año, y tras el intento frustrado de que viniese el Dr. Jiménez Ruano, comenzamos a tirarle los tejos al Dr. Fernando Criado Galán, que era el nombre del compañero del Dr. Del Foco que había sufrido el tercer grado por parte de éste, para que se viniese con nosotros. El Dr. Criado estudió medicina en Salamanca, aunque es de natural extremeño, y, nada más terminar, consiguió trabajo en Granada. Pero no le llenó mucho aquel ambiente y, al final, cedió a los deseos de Otto y de Pepe. Recuerdo todavía en Marzo de 2002 estar pasando sala con Pepe y preguntarle:-
Hoy no venía éste
Eso me dijo. Me extraña que no haya llegado ya, y que ni me haya llamado
Pues dale un toque – dije
Y lo llamó. Y no cogía el teléfono. Hasta que a la cuarta o a la quinta llamada:
¿Diga?
¿Fernando? Soy Pepe. ¿Dónde estás, que no has llegado hoy como habíamos quedado?
¿hoy?
Sí
¿Seguro?
Sí
Pues verás, jaja, no te lo vas a creer, pero, claro, ¿seguro que hoy? Pues, verás, estoy esquiando en Sierra Nevada.
Genio y figura. Pero menos mal que llegó. Ese día no, al siguiente (o al otro, que ya no lo recuerdo) Después de 15 meses a piñón fijo los dos, no hace falta que os diga con qué desesperación y ansiedad lo estábamos esperando. Fue nuestro tercer mosquetero, con lo cuál comenzamos a respirar un poco. Y ya estábamos pendientes de la pronta finalización de la residencia de Otto, que fue aproximadamente en mayo de ese mismo año.
Así pues, lo que son las casualidades o el destino: coincidimos en 1990 los tres en Granada, y al final 4 personas, con historias tan diferentes, pero con unos contactos casuales, se encuentran codo con codo trabajando en el mismo lugar.
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| Otto, Fernando, Pepe y Yo |
El estilo de servicio que ideamos y que decidimos llevar a cabo, fue el de facilitar la plena integración de todo aquel que llegase, incorporándose a las mismas actividades que realizábamos los que ya estábamos. También a funcionar como unidad solidaria: todos los pacientes son de todos , en todos participamos en las decisiones, y todo el mundo puede operar a cualquier paciente.
Los hitos más relevantes de aquella época fueron varios. El primero el de integrar la cura CHIVA como el procedimiento principal para atender a los pacientes con varices. En aquel entonces, ni Pepe ni yo sabíamos manejar un eco. Los primeros marcajes nos lo realizó el Dr. Maldonado, de Granada, compañero de residencia de Pepe, y aunque yo hasta entonces era un escéptico del procedimiento, la verdad es que nos metimos a fondo en el asunto, y es el día de hoy que es el principal procedimiento que realizamos, con anestesia local y en régimen ambulatorio, desde el minuto uno.
Cuando comenzamos en Almería, yo no tenía experiencia alguna endovascular, ni había tenido un arco de escopia en quirófano más que para poner catéteres de hemodiálisis y accesos vasculares para quimioterapia. Pepe había tenido ya algún contacto, pero los dos estábamos bastante verdes. Los barceloneses nos aportaron un poquito más de trato con estas técnicas, pero lo nuestro fue un aprendizaje progresivo y autodidacta, partiendo de una incredulidad sustentada en un deficiente armario de materiales, y pasando a un entusiasmo que todavía nos dura, cuando nos compraron nuestro nuevo arco de escopia (un Phillips Pulsera), con software vascular y mapa catéter, en 2003, creo, con nuestros primeros casos aórticos proctorizados por el Dr. Riambau. En el 2017 dimos un gran salto con la adquisición de otro equipo portátil, Siemens, más moderno y de bastante mayor calidad (como solía yo bromear: lo giras, y no es una leyenda urbana, la mesentérica superior existe, es más real que el sol para los asturianos). El salto definitivo lo cumplimos hace aproximadamente 2 años al adquirir y montar un quirófano híbrido, de la marca Siemens. Recuerdo cuando hace un porrón de años, en un Congreso de Charing-Cross, me salí, mosqueado y decepcionado, de una charla acerca de los sistemas de fusión de imágenes, porque pensaba entonces: total, nunca lo vamos a tener. Bueno, pues parece que afortunadamente todo llega.
A pesar de esto, seguimos siendo una de esas unidades que no ha abandonado la cirugía abierta, haciendo bastantes puentes distales, TEAs carotídeas y aortas abiertas, éstas casi en una relación 4 a 6. Recuerdo que, cuando llegaron nuestros “catalanes”, venían entusiasmados desde Barcelona con la minilap, la cuál la impusimos a la hora de realizar los abordajes aórticos. Es verdad, que al igual que la minilap fue la evolución acomodaticia de los primeros intentos en el Hospital de San Pablo de intervenir aneurismas de aorta mediante laparoscopia, nosotros también fuimos acomodándonos y relajando el tamaño estricto de la minilap, aumentándolo progresivamente hasta una cifra, que sin ser una laparotomía xifopúbica, ni una laparotomía tremenda, podríamos catalogarla, desde un punto de vista cualitativo, según yo la tengo en mente, como una minilap ampliada de Yoldi. Lo que sí ganamos definitivamente con este abordaje es hacernos un buen campo sin sacar las tripas del abdomen.
La ventaja de una unidad de nueva creación es que aún no tiene escuela, y se enriquece de la aportación de conocimientos, trucos y perspectivas diversas. De mi formación asturiana viene la incorporación y dominio de la vía retroperitoneal, actualmente en bastante desuso en muchos centros, debido a ser menos habitual que la laparotomía media, y, en cualquier caso, al abandono progresivo de la cirugía abierta. Es curioso reflejar, que en mi formación en Oviedo, la primera intervención que me dejaron hacer fue una simpatectomía lumbar (esto ya sí que solamente se encuentra en los museos y memoriales de la cirugía antigua), para lo cual había que practicar una vía retroperitoneal en fosa renal. Esto me ayudó a ingeniar, en un viaje a Nueva York, para asistir al Congreso de Veith, una técnica que combinara esta técnica arcaica de la endarterectomía iliaca, con los nuevos procedimientos endovasculares. Supongo que tuvo algo que ver el jetlag que me atacaba, unido a que yo, a partir de las 12 h., ni hablo ni, sobre todo, entiendo el inglés. Defecto de mis neuronas. Por lo que me sumí en un estupor estulto e imaginativo, despertando eufórico con lo que llamé endarterectomía retrógrada cerrada de la arteria iliaca externa con apoyo endovascular. Cuando llegué a España y se lo conté a mis compañeros, respondieron todos con escepticismo. Pepe fue más allá, y me dijo que le parecía que algo similar hacían en Holanda. Cuando indagué y descubrí que, chispa más o menos, era lo mismo que había pensado yo, llegamos, sobre todo yo, a la conclusión de que no leo lo suficiente. Para más inri, quizá mosqueadillos por haber chafado su minilap ampliándola, Otto y Fernando se mofaron de mí bautizándola como rififi, palabra que usaba su jefe de Barcelona para referirse a una técnica insustancial y artesana, lo que el Dr. Peñafiel de Granada denominaría, en un castizo granaíno, una faenita de aliño. El caso es que ha logrado ser el nombre por el que nosotros mismos la nombramos.
Otros impulsos pioneros que introdujimos al ser una unidad novedad en el hospital, y contar con la predisposición de todos los servicios de nuestro nuevo nosocomio, fue instaurar una consulta específica de Pie diabético, y una unidad de medicina interna perioperatoria, que al comienzo consistía en un par de internistas que controlaban el preoperatorio de los pacientes complejos y el postoperatorio de éstos y de los pacientes complicados, y que posteriormente fue extendiéndose a otras unidades quirúrgicas. Los que instauraron dicha unidad fueron los doctores Nicasio Marín y Humberto Kessel, que fueron dando relevo a otros compañeros, hasta llegar a la doctora de esta unidad que actualmente, desde hace ya unos años, viene colaborando con nosotros, la Dra. Beatriz Cervantes, que ya la tenemos maleada y piensa más como cirujana que como internista.
Nuestro servicio ha sido siempre una unidad pequeña, siendo lo más frecuente haber contado con entre 4 y 5 facultativos, con lo que nuestra carga de trabajo y guardias ha sido siempre excesiva. Esto ha provocado que, lógicamente, en todo este tiempo, que en el próximo año cumple 25 años, hayamos tenido abandonos, prácticamente nunca por enojos, y sí por desarrollo de otras perspectivas profesionales o personales, para mejorar la conciliación familiar algunas veces. A pesar de todo, y de encontrarnos en una situación muy periférica en cuanto a atractivo extrasanitario para venir a trabajar a Almería, hemos sido capaces, desde el inicio hasta ahora, de mantener un ambiente de trabajo agradable, por lo que no hemos tenido el problema de otras unidades de encontrarnos en el precipicio de la desaparición. Recientemente hemos disfrutado de dos avances. El primero, hace tan sólo un par de años, fue pasar de ser una Unidad, inserta en el Servicio de Cirugía General, a Servicio independiente, cambiando la jefatura de sección, que era lo que poseíamos, a una jefatura de servicio. De todos modos, nuestro funcionamiento siempre ha sido autónomo.
Y el segundo, la incorporación de residentes hace 4 años, al principio a regañadientes, porque considerábamos que las vicisitudes de una unidad pequeña no constituía el entorno más adecuado para la formación de profesionales. Pero, una vez obligados por la gerencia del hospital, y el cumplimiento de los requisitos por parte de la comisión de nuestra especialidad, nos embarcamos en este proyecto, que para las bodas de plata del servicio esperamos que obtenga su primer fruto.
Debo hacer mención aquí también del acompañamiento y apoyo que hemos tenido, desde el inicio, por parte de la enfermería. Hemos sido capaces de atraer, por nuestro ambiente de trabajo, a enfermeras con inquietudes profesionales muy marcadas, y eso nos ha permitido, a su vez, tener la capacidad de elegirlas y estabilizarlas en nuestra unidad. Es una gran ventaja poder trabajar con un personal al que no hay que estar explicándole de continuo cuáles son sus funciones. Me gustaría remarcar el papel primordial, sobre todo de Carmen Sevilla, enfermera de consultas, y Virtudes Montes, al comienzo en quirófano y, luego más tarde, cuando el peso del plomo en quirófano se le hizo insoportable, también en la consulta, cuyas trayectorias han acompañado a la del servicio desde el inicio hasta sus respectivas jubilaciones. También mencionar a Carmen Cáceres, compañera de Virtudes al poco del inicio de la unidad, y que más tarde ha tomado el relevo de enfermera principal de quirófano hasta la actualidad, acompañada desde hace ya unos cuantos años por Maria José Alías. En este devenir han participado muchas, con la misma entrega y pasión por su trabajo, como Carmen Valenzuela, Carmen Cuesta, Maria José Pérez Garrido, Ana Alises, Maria del Mar Martínez, Laura Martos, y nuestra inefable y querida auxiliar de quirófano Carmen Córdoba. En la planta ha habido siempre más trasiego, con nuestras supervisoras Pepe Puente, Carolina Gómez Ferre, Susana González Gris y Alicia Peláez, y todo un grupo de enfermeras muy implicadas y enfocadas hacia los problemas de los pacientes con patología vascular. También, desde hace 2 años, desde que nuestro hospital se encargó de la gestión del Hospital de Alta Resolución El Toyo, solemos ir allí a operar varices, con, fundamentalmente , otras dos enfermeras, Carmen Molina y Ana Domínguez. A todas ellas vaya mi agradecimiento. Sé que me dejo en el tintero más nombres, pero éstas son las que más han marcado más nuestro devenir.
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| Yo, Carmen V, Carmen Sevilla, Pepe, Encarna y Virtu |
También hemos disfrutado, por el respeto que infunde la pluripatología de nuestros paciente, de personal estable en la anestesiología, comenzando con la Dra Encarna Cánovas, pasando por Fran Barranco y Eduardo Martínez, y culminando con el gran Carlos Marcote, recientemente jubilado, y con quien hemos disfrutado de su dedicación y conocimiento, destruyendo esa leyenda urbana de que el principal papel del anestesista es suspender la intervención.
Por último, y no menos importante, disfrutamos del enorme lujo de disfrutar de secretaria propia: María Romero Escobar , que nos ha librado de una gran carga de burocracia.
No hay nada en nuestra profesión más expuesto a los vaivenes de personal, como antes he referido, que un servicio pequeño y sito en una ciudad periférica. El número de facultativos ha oscilado entre 4-5 (lo más frecuente) y 6(6,5 es a lo más que hemos llegado). Actualmente hemos contratado a un residente recién acabado en Cádiz y volvemos a ser 6. Y confiamos recuperar a algún o alguna hija pródiga y poder ser 7, lo cual será otro hito. Los que constituyen actualmente la unidad, por orden de antigüedad, somos:
Rodrigo Yoldi Bocanegra (Ronda).- Jefe de Servicio Formado en Hospital General de Asturias. Previamente en Hospital de la Candelaria, Tenerife. (2001)
Rocío Rodríguez Carmona (Granada).- Tutora de Residentes. Formada en Hospital Clínico Granada. Ha trabajado como adjunta exclusivamente en nuestra unidad.(2006)
Estrella Navarro Muñoz (Alcalá la Real, Jaén).- Formada en Hospital Clínico Granada. Ha trabajado como adjunta exclusivamente en nuestra unidad. Actualmente en excedencia vascular porque fue nombrada Directora Médico de nuestro hospital. (2009)
Manuel Guillén Fernández (Albacete).- Formado en Hospital Clínico Granada. Ha trabajado como adjunto exclusivamente en nuestra unidad. (2014)
Sandra Redondo Teruel (Oria, Almería).- Formada en Hospital 12 de Octubre, Madrid. Trabajó en Hospital de la Luz en Cuenca antes de recalar en nuestra unidad. (2017)
Cristina Galera Martínez (Almería).- Formada en Hospital Puerta del Mar, Cádiz. Ha trabajado como adjunta exclusivamente en nuestra unidad. (2020)
Javier Pérez (Puerto Cabello, Venezuela).- Formado en Hospital Puerta del Mar, Cádiz. (2025)
También han formado parte de nuestro equipo:
Pepe Moreno Escobar (Granada).- Formado en Hospital Clínico Granada. Ha sido nuestro primer jefe. Actualmente, Jefe de dicho Servicio. (2000-2014)
Ottorino del Foco (Cassino, Italia).- Formado en Hospital Santa Cruz y San Pablo, Barcelona. Actualmente en Sheikh Khalifa Medical City en Abu Dhabi. (2002-2010)
Fernando Criado Galán (Mérida).- Formado en Hospital Santa Cruz y San Pablo, Barcelona. Actualmente en Hospital de Alcorcón (2002-2005)
Luis García Domínguez (Asturias).- Formado en Hospital Central de Asturias. Actualmente en sanidad privada en Valencia.(2004-2005)
Fernando Utrilla Fernández (Alcolea, Almería). Formado en Hospital de Getafe. Actualmente actividad privada en Almería.(2005-2017)
Francisca García (Dalías, Almería).- Formada en Hospital Negrín Gran Canaria. Actualmente en Hospital La Fe, Valencia. (2008; 2010)
David Carrasco de Andrés (Granada).- Formado en Hospital Clínico Granada. Actualmente en sanidad privada en Almería.(2010-2019)
Lucas Mengíbar Fuentes (Úbeda).- Formado en Hospital Clínico Valladolid. Actualmente Jefe de Servicio Hospital Virgen del Rocío, Sevilla. (2012)
Jesús Alvarez García (Sevilla).- Formado en Hospital Universitario La Paz, Madrid. Actualmente trabaja en Hospital Clínico de Málaga. (2018)
Verónica Fernández Alvarez (Castrillón, Asturias).- Formada en Hospital de Cabueñes, Gijón. Actualmente en Hospital Principado de Asturias, Oviedo. (2019-2020; 2023-2024)
Irene Rastrollo Fernández (Churriana, Málaga).- Formada en Hospital Clínico Granada. Actualmente en Hospital Juan Ramón Jiménez, Huelva. (2019-2024)
Desde 2021 somos también unidad docente en nuestra especialidad, no habiendo aún finalizado ningún médico la especialidad en nuestro hospital. Nuestros residentes son:
Anabel Guillén Cascales (Cartagena)
Celia Rioja Olmedo (Sevilla)
Pedro Julián Garcia Garrido (La Línea de la Concepción, Cádiz)
Natalia Orozco González (Los Barrios, Cádiz)
EPÍLOGO
Sé que al final, la historia de nuestra unidad, la he narrado de una manera subjetiva. Alguien la tenía que hacer, y mi documentación son mis recuerdos. Y como de los recuerdos no se vive, terminaré abusando de mi subjetividad, para mostrar uno de los orgullos de los que un padre puede presumir. En mi caso no ha sido buscado, porque ni le obligué a estudiar medicina ni le aconsejé coger nuestra especialidad. Pero he logrado lo que muchos tendrán por pequeña envidia: perpetuar la estirpe vascular manteniendo mi nombre de pila y mi apellido. Ahora tiene su proyecto vital en Valencia, pero quién sabe si será un futuro Rodrigo Yoldi en Almería. ¡Ojalá!
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| Yo y mi Miniyo |









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