Valentín luctuoso


Cuando miro una foto antigua, densa de grises, siempre pienso en un pasado remoto, primitivo, sin matices, deslucido, caduco, quizá por surcar, ofuscada, mi imaginación embebida, en las arrugas actuales de sus protagonistas. Pero para ellas, heroínas desvaídas de su propia historia, es un destello sombrío de aquellos años mágicos tintados de floridos colores de juventud. Aquella época, imposible para mí, les ofrecía cada año, cada hora, cada minuto, cada instante, una oblación que efervescía sus corazones. ¿Dónde quedó aquella lozana juventud, carcomida por el inexorable tiempo, que impregna de un velo de espejismo toda la exultante soberbia de la belleza?
Ahora, para acrimonia de su destino, el más allá la reclama con aspereza el mismo día de los enamorados, a ella, Gertrudis, con quien Cupido jugó con dardos socarrones. Ese Amor que le fue esquivo, ofrendándole a la Muerte a su tierno e intrépido amante, en la época en que florecen los sentimientos más apasionados, y ya entonces tensó su alma hasta quebrar su delicado corazón como fina porcelana china, y desgarró su gestualidad, de la que arrancó la sonrisa, y la terneza de su semblante. La voz se le crispó en un susurro ventoso y chirriante. Y anidó el vacío en el huero regazo de su sexo. El resto fue un servil y marcial devaneo con el espectro de la soledad.

Ahora, un San Valentín cruel y piadoso por igual, diluye en cenizas su llagado cuerpo y su raída existencia, y en unas fúnebres nupcias, Eros enlaza su alma a Tánatos, etérnamente, para al fin encontrar el amor y el descanso, por siempre. 


In memóriam, Gertrudis


Loathsome urns,
disclose your treasure,
Pride and Pleasure,
Unveil to me,
That I may see
If now any
Spark of beauty still remains. 
No, all dark as night! 
Only worms their prey enjoying, 
Dust and ashes still destroying, 
Which my greedy tooth disdains. 

Aborrecibles urnas, 
desvelad vuestro tesoro, 
Orgullo y placer. 
Desveladme, 
Para que pueda ver, 
Si aún queda 
Algún destello de belleza. 
No, ¡todo oscuro como la noche! 
Solo gusanos degustando sus presas, 
Polvo y cenizas amontonando, 
Que mi diente codicioso desprecia.

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