SEMEJANZAS Y DISIMILITUDES


Se cumple ahora un año de la impostura de declaración de independencia catalana. Y si es falso, engañoso y ladino todo el sectarismo que conduce a un esperpéntico referendum y su posterior asunción como tabla de Moisés del nuevo pueblo elegido de Dios, o sea, el catalán de la alianza nueva y eterna con Puigdemont, Mas y Torra, más impresentable fue contemplar el cartel propagandístico de la CUP para apoyar el sí en dicho referendum ilegal y ademocrático.
Decir que es producto digno, o indigno, según se juzgue, de su madrina Anna Gabriel, sería considerar que ésta tiene, cuanto menos, un espíritu artístico, aunque aberrante, del cual, sin duda, debe carecer, si bien juega a su favor la ignorancia en la que uno debe nadar para llegar a pergeñar carteles de este tipo. Ya lo manifiesta su puesta en escena el día de la presentación, que podríamos tildar, no sin encontrar justificación posteriormente en este escrito, como "la noche de los flequillos sajados". ¿Pero qué se puede esperar de una persona de esta calaña?



Todavía la recuerdo el día del escrache que las juventudes de su partido realizaron ante la puerta de uno de los partidos constitucionalistas, paseando, con ese aire a la vez ignaro y taimado, su mirada de cinismo comedido y su badulaqueada sonrisa de monalisa medrosa, que aparecía como si casualmente por allí pasara, para que no la incriminaran en los actos, pero dando el apoyo a esa manada de jóvenes hienas, como matriarcal que es esta especie, para que vayan desfogándose en el aborrecible arte de la carroñería, mientras ella se escudaba en la bisoña irresponsabilidad de sus próceres.
Acompaño su cartelito con otros dos de semejante jaez, para poder entretenernos con el juego de adivina las diferencias, o, tal vez, las semejanzas. Y aunque todos estaríais seguros de acotarlas rápidamente, a mi me ha dado por discernir las más sutiles, las cuales a más de uno seguro que sorprenderán.
Ciertamente, comparando el de la URSS y el de la CUP, todos pensaréis en las similitudes: lucha de clases, lucha por los derechos del proletariado, etc... Todo lo que ha conformado la tradición del comunismo. Sin embargo, ya a primera vista se distingue una gran diferencia: mientras Anna barre Cataluña y anejos, Lenin barre el globo terráqueo. Y todo ello como prueba de la ignorancia en que se mueve el neocomunismo de la CUP. El hecho de que barra Lenin el mundo se debe a que el objetivo de la revolución no era simplemente acabar con la sociedad zarista y luchar por los siervos y esclavos rusos, sino extender todo el proceso por el mundo entero. Al principio fue una utopía, pero pronto se convirtió en una necesidad. El objetivo marxista de la revolución es acabar con el estado, y que el poder recaiga en pequeños organismos que son los encargados de la producción,  mandados u organizados por los propios proletarios. Pero ya advertían Marx y Engels que la revolución habría de pasar por varios niveles previamente. Primero, una revolución burguesa de la que se aprovecharía el proletariado. A continuación, un derrocamiento de la burguesía mediante la implantación de una dictadura del proletariado, que sería la que ayudaría a cimentar las bases para la desaparición del estado. Ya bien temprano, les fue evidente a los bolcheviques que la desaparición del estado no iba a ser posible, pues Alemania no estaba dispuesta a concederles la paz en la Gran Guerra por las buenas. Además, confiaron en la expansión revolucionaria entre los descontentos proletarios de su enemigo, hecho que bien fue sofocado, bien no llegó a fructificar. También se vieron amenazados por las fuerzas fieles al antiguo régimen, y que sumió a Rusia en una guerra civil. Así que eso de los soviets tuvo un funcionamiento veraz muy efímero, y rápidamente se transformó el estado zarista en la dictadura soviética, primero de Lenin, y después de Stalin. Esto es lo que llevó a la URSS a blindarse respecto al mundo exterior, a la espera de que llegase el momento oportuno de disolver el estado para conseguir la utopía revolucionaria, algo que todo el mundo sabe ya que nunca ocurrió. A lo más que llegaron fue a exportar, mediante un nuevo tipo de imperialismo, la dictadura del proletariado, sin revolución intermedia, a nuevas áreas de influencia tras la Segunda Guerra Mundial: Hungría, Polonia, Alemania, Albania, Rumanía, etc...
Así, la CUP ya se nos muestra directamente como un partido autoritario, interesada tan solo en la revolución burguesa promovida por CiU (a semejanza de los socialistas rusos) y ERC (los nuevos mencheviques) para pasar directamente a una dictadura del proletariado. Pues ya saben la imposibilidad de mantener un régimen comunista sin un poder autoritario, y también porque ya ciñen su asalto al poder a un territorio perféctamente delimitado, cual es Cataluña y sus paisos catalans como zona de influencia. No son, pues, antisistemas, como se definen o les gusta que los reconozcan, sino que persiguen uno en concreto, el sistema dictatorial proletario. Con lo anacrónico del término: los verdaderos proletarios fueron los que surgieron de la revolución industrial, individuos sin derechos, sin protección social, con sueldos ínfimos y sin ningún tipo de protección laboral. Hoy día habrá mayores diferencias entre ricos y pobres, habrá problemas para conseguir trabajo, etc... pero no es España un país en el que podamos decir que existen proletariados. Así, pues, tenemos a estos neorrevolucionarios neoproletarios de ayudas sociales y pagas, intentando exterminar a la burguesía actual que no es sino la sufrida clase media del siglo XX que les da de comer.
Quiere verse la CUP como su idolatrado partido comunista soviético, con su profeta Lenin y su mesías Stalin, y cree a pie juntillas todo lo escrito por Marx, del cual se cree heredera, hasta el punto de identificarse con su ideario. Pero me gustaría traeros un fragmento del "manifiesto comunista" de Marx y Engels en el que queda patente cuán diferente es el universo obsoleto del comunismo frente al soñado matriarcado de Gabriel:
"El burgués, que no ve en su mujer más que un simple instrumento de producción, al oírnos proclamar la necesidad de que los instrumentos de producción sean explotados colectivamente, no puede por menos de pensar que el régimen colectivo se hará extensivo igualmente a la mujer. No advierte que de lo que se trata es precisamente de acabar con la situación de la mujer como mero instrumento de producción. Nada más ridículo, por otra parte, que esos alardes de indignación, henchida de alta moral de nuestros burgueses, al hablar de la tan cacareada colectivización de las mujeres por el comunismo. No; los comunistas no tienen que molestarse en implantar lo que ha existido siempre o casi siempre en la sociedad. Nuestros burgueses, no bastándoles, por lo visto, con tener a su disposición a las mujeres y a los hijos de sus proletarios -¡y no hablemos de la prostitución oficial!-, sienten una grandísima fruición en seducirse unos a otros sus mujeres. En realidad, el matrimonio burgués es ya la comunidad de las esposas. A lo sumo, podría reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipócrita y recatado régimen colectivo de hoy por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer. Por lo demás, fácil es comprender que, al abolirse el régimen actual de producción, desaparecerá con él el sistema de comunidad de la mujer que engendra, y que se refugia en la prostitución, en la oficial y en la encubierta."
Queda clara la caduca visión tanto del mundo que les tocó vivir como la abstrusa intuición del futuro que vislumbraban, y que ahora la CUP quiere rememorar extrayendo los retazos que le interesa,o, más bien, los que cree conocer.

Si miramos ahora el cartel nazi y el comunista, si hablamos de diferencias, pensaremos que acertamos diciendo que son dictaduras, una de derechas y la otra de izquierdas. Y que las semejanzas están en que son regímenes autoritarios, que cultivan el culto a la personalidad del líder, que ahogan la individualidad bajo el peso del sistema, sea partido o movimiento, etc... Para mí, si bien las semejanzas son claras, yo no veo así la diferencia.
Hitler fue un mustio ser tras la Gran Guerra, decepcionado por su imposibilidad de acceder a la academia de bellas artes, y ultrajado y emponzoñado por la humillante derrota de Alemania. Sólo comenzó a levantar cabeza cuando, gracias a un programa del ejército para recolocar a sus oficiales, se le introdujo en una red de espionaje o información, para recabar datos de la actividad de ciertos partidos, para lo cual se le infiltró, en su caso, en el Partido Obrero Alemán. Era un partido ínfimo, sin apenas seguidores, y menos aun militantes, que se reunían en una lóbrega cervecería de Munich, jugando a conspirar y a soñar con cambiar el país. Hitler entró en el juego y, al hacerlo, descubrió el poder que ejercía su oratoria demagoga sobre los oyentes, por lo que, finalmente, lo que iba a ser una actividad de sabotaje se convirtió en una adhesión al partido, en el que vio un trampolín para saltar algún día a dominar Alemania. Ayudó a redactar los 25 puntos del partido, los cuales son sorprendentes cuando uno los lee: abolición de todo beneficio no obtenido por el trabajo, nacionalización de la banca y las grandes industrias, la confiscación sin compensación de la tierra con propósitos comunales, la prohibición de especular con ellas y otras propiedades, etc... Puntos todos ellos de los que no renegaría un buen socialista. Pero la sorpresa no sería tanta si atendiéramos a la denominación que se le dio a partir de entonces, de la que "nazi" es una apócope o abreviación: Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Queda clara la esencia de su programa: socialista, como hemos visto, y nacionalista, que es lo que lo diferencia del comunismo.
Un nacionalismo exacerbado, como en los mismos 25 puntos queda ya claro: antisemitismo y xenofobia, como elementos insistentes en cada uno de los puntos. Ello nos volvería a hacer pensar que las convierte en ideologías muy diferentes. Pero si meditamos acerca del origen de la palabra "xenófobo", veremos que el núcleo de la palabra procede del griego, y su significado realmente es "extraño". El extraño en la ideología nazi es el de otra raza, por lo que el antisemitismo estaría incluido en él. Y en el comunismo el extraño es la ideología diferente, pues ya Lenin, en sus Tesis de Abril, escribía, al referirse a las otras fuerzas políticas que parecían afines, que "es preciso aclararles su error de un modo singularmente minucioso, paciente y perseverante". O sea, posesión de la verdad absoluta a la que había que abrir los ojos al resto de formaciones. Más adelante sus métodos para acabar con el resto de partidos sería igual, pero cambiando el verbo aclarar por el de imponer.

Algunos dirán que por qué en Alemania era tan cruda la rivalidad entre ambas ideologías. Yo creo que, sencillamente, porque pescaban en el mismo caladero. Ambas se sustentaron en todos los pobres, desarraigados, humillados , arruinados, que vieron como única salida a su existencia no tanto la creación de un  nuevo orden como la destrucción del previo. En Rusia, aspiraban a acabar con el régimen zarista y su entramado de siervos y explotados. En la Alemania prenazi, acabar con la situación de crisis y empobrecimiento a que había llevado el final de la guerra y el oneroso armisticio. Los primeros mediante la revolución, ya iniciada por amplios sectores aparte del comunista. En la segunda, por un paciente proceso demagogo y propagandista que les llevó a situarse en una buena posición tras varias elecciones democráticas, consistiendo su revolución en la asunción de todos los poderes por parte de Hitler y la anulación de todos los derechos de la oposición. Para más similitud, los rusos emplearon la misma demagogia y presión propagandística tras la toma de poder.
Y entonces, ¿por qué decimos que el nazismo es de derechas? Probablemente porque Hitler, para obtener su objetivo, que no era otro que el poder absoluto, se apoyó a su conveniencia en los partidos tradicionales y de derechas, asustados como estaban por el auge del socialismo y del comunismo. Pero Hitler compartía con estos últimos el odio a esos otros partidos conservadores, porque en su opinión eran ellos los que habían llevado a Alemania a la situación crítica en que se encontraba: para él eran unos traidores. Y cuando finalmente llegó al poder, sin mayoría en el parlamento, los aisló, no concediéndoles ningún tipo de prebenda. Algo similar sucedió con el comunismo en Rusia, el cual era una fuerza minoritaria tras la revolución, y a pesar de esa minoría, se apoyó en socialistas radicales y mencheviques, para luego fagocitarlos o exterminarlos.
Así pues, la única gran diferencia entre ambos fue el nacionalismo. Hitler quería recuperar Alemania desde un movimiento que surgiera desde las bases, desde el ario no corrompido, y en todo caso, expandir esta raza a lo largo de todo el mundo para que se impusiera como la raza elegida. El comunismo era, sin embargo, en teoría, un movimiento expansivo desde su creación, donde la raza de su proletariado no es lo importante, sino su conciencia de serlo, y esta había que difundirla por todo el mundo, no importando las nacionalidades, por lo que en esto chocaba con el nazionalismo alemán.
Por tanto, no hay radicalismo de derechas y radicalismo de izquierdas, tan solo hay radicalismo, en contraposición a la moderación, bien conservadora bien innovadora. Al igual que el espacio inabarcable, según la aplicación de la teoría de la relatividad de Einstein, se comba hasta que lo que parecen sus extremos llegan a unirse en el infinito para formar una esfera, así la radicalidad, cuanto más excesiva se hace, tanto más cerca se hallará de topar con su polo opuesto en el infinito. Y ahí, en ese punto alejado de la lógica, próximo al horror y al espanto, desarrollaron sus regímenes férreos, de un autoritarismo trágico, lunático y demagogo, a la vez que cínico, y que provocaron, quizá, los dos mayores genocidios de la historia de la humanidad. Dos regímenes opacos, impermeables, cuya más irónica diferencia era que mientras en uno no te permitían formar parte de él, en el otro no te permitían dejar de pertenecer. En uno no entras, en el otro no sales.

Finalmente, al comparar el cartel nazi y el de la CUP, ya vemos que tiene poca sustancia aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, porque a lo mejor mi enemigo es más amigo mío de lo que creo. Para eso sólo hemos de seguir someramente los pasos de Hitler y su nazismo.
La mayor ambición de Hitler era recuperar el orgullo y el prestigio de Alemania, pero basándose sólamente en los alemanes puros, en los arios, rechazando a los demás como parias o como traidores. Era una causa, pues, radicalmente nacionalista. Si uno leyera su "Mein Kampf" (yo solo he leído fragmentos en alguna biografía suya) sabríamos que su mayor arma fue la propagandística. A mí me sorprendieron tres aspectos que lo mismo os suena bastante:
-"La primerísima condición que debe cumplir una propaganda es la de adoptar sistemáticamente una actitud unilateral hacia todo problema que se presente. Cuando el pueblo ve que se lanza un ataque furioso e infatigable en contra de un adversario, siempre lo considera como una prueba de que la justicia está de parte del agresor activo; pero si el agresor realiza su embestida a medias y no logra el éxito, entonces el vulgo verá en ello la señal de que la justicia de su empeño es incierta"
- Para convencer a las masas no importa si hay que mentirles, pero si lo haces, la mentira ha de ser muy gorda, porque "en toda mentira descomunal siempre hay una cierta fuerza de verosimilitud, por lo que las masas burdas de una nación se corrompen con mayor facultad en el estrato más profundo de su naturaleza emocional, que no consciente o voluntariamente, ya que debido a la simpleza primitiva de sus cerebros caen víctimas más rápidamente de la mentira grande que de la mentira pequeña". La gorda, como la masa piensa que nadie es capaz de inventarse algo tan descomunal, creen que ha de ser cierta, porque sería, para ella, impúdico y escandaloso lo contrario
- Para convencer a las masas, hay que transmitirle cuatro o cinco mensajes sencillos, y repetirlos continuamente, aunque sean falsos o dejen de ser ciertos. No hay que abrir debates respecto a ellos, porque si no dudarán de su certeza
Así, con una buena dosis de demagogia, y también de fanatismo (cualidad que también valoraba positívamente), articuló todo su discurso nacionalista, y buscó el entorno en el que aplicarlo. Para él, Alemania no sólo era la Alemania de su tiempo. Lo eran también Austria, Alsacia, los Sudetes, Silesia. ¿ Y por qué se distinguían estos territorios para considerarlos Alemania también? Porque en ellos se hablaba el alemán.
Ahora unimos cabos. Tenemos un independentismo radical basado en un nacionalismo excluyente, en el que los catalanes que no lo son se consideran traidores, y los españoles, una raza distinta y despreciable. Su propaganda se basa en mentiras históricas y en mensajes sencillos e insistentes ( España nos roba, España es fascista, no somos españoles, fuera de España nos irá mejor, la justicia española mantiene presos políticos). Y todo su afán independentista y nacionalista no se ciñe exclusivamente a Cataluña, sino también a otros territorios que son considerados catalanes. ¿ Y por qué los consideran catalanes? Pues muy sencillo, porque en ellos se habla también el catalán. Y voilá, ¿no parece esto un calco?
A decir verdad, hay que reconocer a la CUP una gran originalidad, pues han conseguido realizar una fusión de las dos ideologías. Parten de algunos fundamentos comunistas, apoyan, jalean y espolean la implantación de una revolución burguesa, para lo cual se sirven de CiU (o herederos) y ERC, abandonando el abordaje democrático del poder (como hizo el nazismo), para intentar gestar un sistema autoritario con unas características nacionalsocialistas: xenofobia, nacionalismo, anexionismo, aislamiento. Porque no les interesa luchar por mejoras sociales que beneficien a toda España o a toda Europa, sino sólamente a su patria catalanoparlante.

Por todo esto, no sólo un español ha de estar preocupado por lo que pueden llegar a lograr. Debería estarlo cualquier catalán, incluidos los independentistas, porque aunque ahora los desprecien por ser minoría, a cada momento que se extiende la confrontación, aumenta el radicalismo y esto es suficiente, como demuestra la historia, para que unas minorías fanáticas y enfervorizadas, arrastren a su terreno a toda una sociedad. Ya lo consiguieron los bolcheviques con socialistas y mencheviques, y los nazis con los conservadores.


Así pues, no ha de extrañar que los carteles sean tan parecidos. Como tampoco es de extrañar que hasta hayan ideado un desfile nocturno con antorchas. Eso ya lo han hecho en la Corea de Kim Jong-un, en la América profunda del Ku Klux Klan, y en la Alemania nazi de las SA. Ya tan solo nos resta una "noche de los cristales rotos" (por ejemplo, frente a comercios que no quieran rotular exclusivamente en catalán), cuyo aperitivo podría ser esa "presentación de los flequillos sajados".Por ello, cuando tildan de fascistas o franquistas a los que no piensan como ellos o a los que simplemente se consideran españoles, debieran asomarse a un espejo para observar el incipiente y diminuto bozo que les sale justo debajo de las narices, si es que se lo permite la posible afectación de órganos internos que pueden padecer al practicar el hachazo sobre la frente. ¡Qué Dios reparta suerte!
Los jóvenes comunistas avanzan - Shostakovich_ Canción del bosque, Op. 81 - 5. - Nikita Storojev, Mikhail Kotliarov; Vladimir Ashkenazy

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