MANCHESTER FRENTE A ... LA LA LAND




Llega otra vez la cita de los Oscar y, con ella, nuestras quinielas para ver quién gana, apuestas incompletas, ya que muchas veces no hemos visto todas las películas nominadas. A  mí no es que me importe mucho quien gane, pues, como los Nobel, son premios que da una academia , con ciertos condicionantes, y no siempre compartimos su decisión, ni falta que hace. Pero siempre nos alegra que tengan el buen juicio de hacer coincidir sus preferencias con nuestros gustos, y así confeccionar una lista de películas excelentes a lo largo de la historia, sabiendo que , si alguna no la hemos visto, será garantía de calidad encontrarlas en dicha lista.
Este año llega como favorita La La Land. Así que me he apresurado a verla antes de la ceremonia. Al igual que Manchester frente al mar. De las nominadas, al parecer, parte también bien posicionada Claro de Luna, pero esta sí que ha sido imposible verla.
Arranca  La La Land con una promoción tal vez abusiva, con una serie de atributos a priori que no sabía si se iban a plasmar en pantalla: resurgir del musical, nuevos planteamientos, historia romántica, llena de optimismo, un tributo nostálgico a sus antecesores, con numerosas referencias... Muchas expectativas..., pero finalmente no cumplidas.
Son muchos los defectos que le encuentro como para poder ser elegida, en mi opinión, como la mejor película del año, o, simplemente, como película merecedora de Oscar. Para comenzar, y a nivel general, podríamos buscar algún símil con algún otro género, por ejemplo, el western. Después de un tiempo de sequía de éste género en la industria hollywoodiense, apareció una que podríamos aclamarla, si no la mejor, pues no soy persona de opiniones categóricas, al menos una de las mejores películas de toda la historia. Sí que fue novedoso su planteamiento dentro del género, con una historia cargada de realismo y crudeza, tal como tenía que ser en la época tratada. Me refiero a "Sin perdón". Película de un antes y un después. La la Land no cumple con ello siquiera  en su categoría: no haría sombra a ninguna de las grandes películas del género a lo largo de la historia. Así que mal empieza. ¿ Y por qué lo digo?. Bueno, sus antecesoras muchas veces contaban con cantantes o bailarines que sabían interpretar, y la historia se vertebraba alrededor de sus habilidades, con lo cual resultaban portentosas en sus coreografías y canciones. Los actores de ésta, muy aplicados, pero bailando se notaba que habían tomado unas cuantas clases y nada más. Muy voluntariosos pero nada brillantes. La mejor escena de baile es una imagen de la pareja a contraluz en la que se notaba que eran doblados. Cantando, tal vez un poco mejor, sobre todo ella. Él se aprovechó de un tono y una declamación que nos podía hacer recordar a Chet Baker, por lo que no podríamos objetar nada en ese campo al director, que al parecer le encanta y defiende el jazz "tradicional" (aun a costa de denostar la samba y las tapas). También porque para ser un musical, pocos números musicales había. Mucho diálogo para una película que quiere hacerlo resurgir. Y entonces podríamos pensar que al menos tiene un buen guión, categoría para la que también está nominada. Pero tampoco. Avanza la acción a trompicones. No se sabe muy bien qué es lo que hace surgir en ella ese amor a primera vista, o a primer oído, cuando lo único que le atrajo fueron unos incipientes acordes, un boceto de canción, en un estilo musical que ella pronto admitió no entender. Tampoco se entiende lo que hace en él mantener esa actitud estúpida y despreciativa, con ese bonito atardecer de fondo, con una buena melodía dispuesta para la pasión. Ni lo que vé él en ella para cambiar de actitud. De pronto sacan un novio para ella, anticipado en un diálogo forzado que justifique la escena de su aparición. Tampoco desarrolla la acción para que entendamos por qué lo deja y va tras el otro, como podría haber aprendido de una, por ejemplo, Midnight Paris, en la que el guión va evolucionando para mostrarnos lo ineludible de la ruptura del protagonista con su novia. Y se podría seguir. A veces, como pasa en ciertas óperas, la acción se embrolla y no se explica bien por los copiosos números, en este caso arias, en que la acción se para, por lo que no da cabida en los recitativos para explicarla bien. Pero aquí, ya lo he dicho, los números musicales son escasos, y el director cuenta con más de dos horas de metraje para haberlo desarrollado mejor.
En cuanto a lo de recuperar el género, yo no creo que nunca se haya ido. En los inicios del 2000 ya obtuvo el Oscar Chicago, el año anterior estuvo nominada Moulin Rouge (esta sí que verdaderamente fue una regeneración del musical). hemos tenido también muchas películas de Disney. Algunos simpáticos, como Hairspray, otros adolescentes, como High Musical School, otros clásicos, como Los Miserables, muchas veces adaptados, pero otros originales, como el citado Moulín Rouge, a los cuales no creo que haya superado.
Las referencias tampoco las veo como verdaderos tributos. Saca a la palestra Rebeldes sin causa  porque le viene bien al guión justificar por qué van al planetario del Observatorio Griffitt y desarrollar esa bonita escena de baile en las estrellas, que explica en algo el subtítulo de la película. Pero ni en la historia de la película referida hay ningún paralelismo, ni se trata tampoco de una película romántica.
Otras cosas que se podrían discutir, aunque ello no tiene por qué ir en contra de la película, es que yo no la veo positiva, y si hay romanticismo, éste es desazonador y triste. A veces nos cuesta trabajo llegar a dilucidar qué es lo que ha querido transmitir el autor, pero yo tengo mi teoría clara. En la vida hay sueños que, para alcanzarlos, hay que luchar y sobreponerse, tenerlos claros, y, llegado el caso, sacrificarlo todo, incluso el amor, para conseguirlo. Y es el mismo director el que nos aclara esto hacia el final de la película, momento en que llega, para mi opinión , la mejor parte de la misma. Epílogo, como la llaman en los créditos finales, y que te lleva a la conclusión haciéndote casi olvidar todos los defectos que ha mostrado hasta entonces. Es cuando te muestra la otra historia que pudo haber sido, esta vez resumida. A mí me recuerda una escena similar, de la película Up, pero en este caso no era el epílogo sino el prólogo. Un maravilloso corto de unos diez minutos que es como una película autónoma previa a la película como tal, que tiene vida propia, y que me parece unos de los cortos más preciosos nunca realizados. Pera la diferencia es que en Up esta pequeña historia se sustenta sola, mientras que en la la land nos exige haber visionado las otras dos horas de metraje. Pero es en este momento de concisión y nostalgia, donde la película alcanza su punto álgido, y donde verdaderamente parece residir el tributo al pasado del género, con no reminiscencias sino copias de escenas emblemáticas de películas como Cantando bajo la lluvia. Pero deja de ser tributo cuando al final de la película el director se encarga de mostrarnos cómo esta versión de la historia es una ensoñación, falsa , de lo que es la realidad, como un cuento infantil que hay que desechar  por lo que verdaderamente importa, que es conseguir tus objetivos, pues el amor es pasajero y renovable, como se encarga de mostrarnos al final la protagonista al marcharse con su nueva vida con una sonrisa de acuerdo y aquiescencia de que la pasada pasión queda sólo para el recuerdo. Así que el romanticismo queda diluido al final, y yo creo que eso es lo que nos emociona al final, o nos entristece, y hace que muchos lloren, pues nos resulta deprimente y nos hace olvidar todas las incoherencias o defectos previos del resto del metraje.


Parece muy negativa mi crítica. Es verdad. Pero sólo si la intentamos ensalzar como peliculón. Porque no es que sea una película mala, sino que tiene muchas carencias para ser considerada obra maestra. A mí sí me gusta, al contrario de críticas que he leído, su banda sonora. La veo muy fresca, melódica, pegadiza, y seguro que le llevará a ganar los Oscar a mejor banda sonora y mejor canción. Seguro que también a mejor montaje y mejor dirección artística, porque hay que reconocer que está bien lograda su factura. También podrían haber aspirado al del mejor cortometraje si hubieran presentado solamente el epílogo. Pero si hay que dar un Oscar a mejor película y mejor guión original, suponiendo que se tratara de un pulso entre las dos que me he atrevido a confrontar en el título, y las cuales he visto ya, yo se los daría sin dudarlo a Manchester frente al mar.
Esta sí que es una película redonda y conseguida. Al inicio nos cuesta entender al protagonista, con su actitud hierática e indolente, pero poco a poco va consiguiendo lo que tiene que hacer una buena película: meternos en el pellejo del protagonista. De una manera sutil, mediante continuos flashbacks intercalados, nos van presentando mejor la personalidad y el drama del protagonista, de tal manera, que cuando la película atraviesa el punto crucial de la trama, el sentimiento que te embarga es el mismo que proyecta él: perplejidad e incredulidad. Construye una historia alejada del melodramatismo  y del exceso con el que a veces nos quieren atrapar en otras producciones. Todo quedó muy real, muy verosímil. Y transcurre sin que apenas te des cuenta. Todas las aristas del guión quedan resueltas cerca del final, y cuando va llegando casi no lo percibes, porque discurre como la vida misma, cotidiana, cercana, cruda, compleja... Y sin aspavientos, en una escena trivial, se va disipando la acción para diluirla en nuestro recuerdo y nuestras reflexiones. Muy bonita, sin monstruos digitales que nos visiten, con una interpretación por parte del otro Affleck merecedora de otro Oscar.

Al final, dará igual lo que yo o cualquier otro digamos. Manda la academia, y seguro que pesará bastante el hecho de que ellos mismos se puedan ver en cierta medida reflejados en la historia de La la Land. Lo lamentaré, porque la sumaré a mi galería de decepciones, como a En tierra hostil


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