Las Puertas del Delirio: El Olvido y la Canción
EL OLVIDO
¿Madre, oíste las bombas caer?
Duérmete niño, despejaré con la
nostalgia
de una canción fragante
en flores imaginadas
el atosigante hedor a pólvora
que esparce el turíbulo de la
guerra.
Caerán las nieves, y el frío
depositará en un conspicuo túmulo
de terror
toda la esperanza acribillada.
El olvido flota más que el dolor,
pues uno es sueño que se
evanesce,
el otro hemorragia que riega
nuestros campos,
y, así, será ella quien,
en la mar roja sin olas
de nuestras pesadillas,
deposite un atronador,
un remordedor silencio,
donde nadará la sorda conciencia
de quienes nos olvidan.
LA CANCIÓN
Es extraño cómo a veces confluyen los acontecimientos con las aficiones. Este año se celebra el 50 Aniversario de la publicación de uno de los mejores discos de una de mis bandas de rock favoritas: se trata del Relayer del grupo británico de rock progresivo Yes. Yo llevo casi el mismo tiempo escuchándolo, y siempre me pareció magnífico el tema de la cara A, de más de 20 minutos de duración, paradigma del más excelso rock sinfónico. A pesar de ello, nunca ahondé en su letra hasta recientemente, pues su cantante y letrista, Jon Anderson, se caracterizaba en aquella época por la elaboración de unas letras complejas y densas, que deben ser incluso enrevesadas y de una arcanidad desmesurada hasta para un angloparlante. De hecho, este disco sucede a otro soberbio titulado Tales from topographic oceans, y durante el ínterin entre ambos se produjo la deserción de su gran teclista Rick Wakeman, quien adujo que no podía permanecer más en un grupo en el que no sabía qué es lo que estaba tocando, debido a la complejidad de las letras de Anderson.
Cuando me he enfrentado a ella para darte mi humilde traducción, me he encontrado con que se trata de una narración bélica. Y cuál fue mi sorpresa al parecerme como si estuviera escrita para estimular y confortar al pueblo y a la lucha ucranianos. Hay arenga y esperanza. Hay estridencia, delirio y lucidez. Nada que me hubiera podido esperar de un grupo que en aquel entonces estaría inmerso, como casi todos, en el espíritu hippie de los 70, con el pacifismo a ultranza en contra de la guerra del Vietnam. Espero que Ucrania, al igual que la canción, al ser empujada a través de las puertas del delirio, encuentre y traspase, finalmente, si es con nuestra ayuda, mejor, la de la esperanza, y halle la esplendente gloria de la libertad que nos promete Jon Anderson en su canción. Que la canción no permita que el sufrimiento de Ucrania caiga en nuestro olvido.
Comentarios
Publicar un comentario