ONE STEP BEYOND




Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. O, mejor ,cuando el río suena, agua lleva. O será quizá que el hábito hace al monje, o, no, al revés , que no lo hace. Si no, murmura, que algo queda. O es que no encuentro el refrán adecuado. Pero lo cierto es que, a fuerza de afirmar algo, surge la "verdad" o la leyenda urbana. Así, de tanto defender a veces la obra de Dylan, cuando sus seguidores se veían rodeados por la crítica a la aparente sencillez de sus canciones, siempre argüían que el verdadero valor de ellas es que eran verdaderas poesías musicadas. de tal manera que al final no le quedó "más remedio" a la Academia sueca que concederle el Nobel. Algo parecido ha sucedido con el vinilo.
Cuando surgió el disco compacto fue rápida la caída en ventas del vinilo, en principio porque parecía prometer mejor sonido, pero sobre todo por la combinación de, uno, ir con la moda y los avances tecnológicos, y, dos, por ser un avance en la mejora acústica de las grabaciones.
Pero siempre quedó, como un orgullo de veterano, como para demostrar ante los melómanos noveles que se tenía más experiencia musical, que, a pesar de todo, no se podía comparar con el sonido del vinilo. Esto quedó como una leyenda urbana, al ser tan radical la caída de ventas de discos, el abandono de reposición de complementos necesarios, como eran la agujas de los tocadiscos, y no poder comprobar estas nuevas generaciones la certeza de esta aseveración al haber prácticamente desaparecido del mercado la existencia del vinilo. Y poco que siguió importando, al ir apareciendo paulatínamente nuevos medios de transporte del sonido, no siempre yendo en la mejora del sonido sino más bien en el aumento de su almacenaje y accesibilidad. Pero ahora que las discográficas no encontraban el modo de aumentar sus ventas, debido a este utilitarismo del soporte musical, han encontrado buen remedio en este mito de que los vinilos tienen un sonido más natural que el cd, y así, de nuevo, las pocas tiendas musicales que quedan ven como vuelven a rebosar sus estantes de long plays.
No soy ingeniero de sonido, y sería muy petulante por mi parte hacer una disertación acerca del tema. Pero como melómano veterano diré que de lo que sí me acuerdo es de lo enervante que era poner un disco recién estrenado y, a los dos días, a pesar de todos los mimos, debido a la carga electrostática que adquirían, se llenaban de polvo y comenzaba a contaminar el sonido con desagradables ruiditos, sobre todo cuando la música suavizaba su volumen. También eran frecuentes  los rayados, el siseo por el  roce de la aguja, el deterioro más de una cara del estéreo que la otra, por la inercia centrífuga del brazo. También recuerdo que, siempre, los últimos temas de cada cara eran los peores, como de relleno, porque era inevitable que estas canciones se estropearan más y más rápido, aparte de ser su fidelidad menor porque hay menos estrías de vinilo por segundo disponibles para la reproducción de frecuencias altas. La gran ventaja es el ancho de banda de la reproducción, que en el CD, en general, es de 20 Hz a 20.000 Hz (lo que, por otra parte , no es sino el rango audible para el oído humano), mucho más amplio en el vinilo, y de ahí la mayor naturalidad del sonido de este último. Pero esa naturalidad no es más que el acomodamiento de nuestros oídos a un tipo de sonido, porque poca naturalidad puede haber en un sonido que se convierte en corriente eléctrica, par a su vez ser transformada en superficie irregular de un producto plástico, que luego se va transformar en oscilaciones de un brazo que vuelve a generar una corriente eléctrica que nuevamente se transforma en sonido. Mucha pérdida y mucha contaminación es lo que se produce con tanto circuito. No hace mucho escuché un programa de radio en que platicaban acerca de una lista que había aparecido acerca de los mejores tenores de todos los tiempos. Estas listas siempre resultan absurdas, porque cómo se puede comparar dos cantantes simplemente por sus obras grabadas, que pudieron ser repetidas e incluso mejoradas. También está el factor de los medios usados en la reproducción. Incluso los discos evolucionaron mucho en cuanto a prestaciones desde los originarios de pizarra. En cualquier caso, un contertulio contó una anécdota referida no sé muy bien si a María Callas, a la cual le preguntaron por una grabación de un compañero tenor, y contestó que cuando escuchó el disco no pudo reconocer en él la voz del cantante. Así pues, no era tanta la naturalidad del disco vinilo. Muchos dicen que tal vez en la música clásica, no, pero, en la eléctrica, sí que es un sonido mucho más fidedigno. Y yo me pregunto respecto a qué, pues hay conciertos de rock en los que hay una notoriedad excesiva de graves que nunca consigues en tu equipo estéreo, y también a veces unas pérdidas de voz que en el disco pueden ser preeminentes.
De todos modos, no estoy aquí para hacer una cruzada en contra del vinilo, cada cual es libre de escuchar la música como mejor se le antoje, pero sí veo un poco excesivo, quizá absurdo, arrojarse a las bondades del vinilo, habiendo venido nuestros oídos directos desde los archivos sonoros comprimidos habituales hoy en día, cuya calidad no es muy buena, sin hacer un paso previo por el cd, con un buen reproductor, amplificador y columnas.
Lo que sí critico es el abuso de las discográficas en su afán de recuperar las ventas. Cuando yo abandoné el LP su precio rondaba entre los actuales 2 y 6 €, y los CD irrumpieron con un coste de 18-22, justificados no sólo en el avance tecnológico, sino también, supuéstamente por el coste de los materiales. Ahora, los CD te lo encuentras a precio de los antiguos vinilos, resultando más barato comprarte el original que grabarlo, y el LP se ha lanzado, curiosamente, al precio de novedad tecnológica. Así que pienso, una de dos, o nos tomaron el pelo antaño, o nos lo toman ahora. O quizá, siempre nos lo están tomando.
En algo que sí aprecio mucha más calidad y belleza en el vinilo es en sus carpetas. Son míticas muchas de las portadas de los discos de cualquier género, sobre todo las del rock, tanto que, como podéis apreciar en la foto, tengo adornada mi habitación con dos de ellas enmarcadas en dos láminas de polietileno (creo) transparentes. Quizá un modo de conciliar esta moda vintage o este resurgir del LP sería facilitando con cada LP un pequeño CD, que permita saciar nuestra curiosidad sonora al tiempo que disponemos del medio más estable y menos contaminado para la audición, y que nos permite sacar copias para nuestro uso personal, como recopilaciones, reproducciones en automóviles, etc..., ya que su precio está llegando a ser irrisorio y los derechos de autor ya los estamos pagando uno de los medios.
Por lo tanto, os digo como Madness en su canción: Eh, no mires atrás, sino acá, a este auténtico y monstruoso sonido, este flipante sonido que nos envuelve. Así que si vienes de la calle, y empiezas a sentir el calor, mueve los pies al son inalterable de la locura rockera...del sonido digital
¡Un paso adelante!: one step beyond

Comentarios

Entradas populares de este blog

Letrilla 2024

Navidad barroca: Magnificat

Magnificat protestante

Las Puertas del Delirio: El Olvido y la Canción

CALLE ALCALDE YOLDI BEREAU

Las puertas del delirio: El Miedo

Navidad barroca: ADVIENTO

Adagio: Adagietto de Mahler

La Catrina

Adagio: Clara y Robert