KEITH EMERSON


Quizá sea un signo de senectud, pero el caso es que es deprimente el chorreo luctuoso-musical al que estamos asistiendo. Será ley de vida, pero no paran de dejarnos figuras esenciales del panorama musical del último siglo, sea de la corriente que sea. Hoy le toca el turno a Keith Emerson, famoso por fundar e integrar la banda Emerson, Lake & Palmer, puntera en lo que llegó a llamarse rock sinfónico, uno de los mejores inventos del siglo XX. El fue pieza esencial, pues era el compositor principal y también el armazón y solista casi exclusivo del grupo, que a pesar de sólo contar con batería, bajo(ocasionalmente transmutada a guitarra) y teclados, era depositario de un sonido suntuoso y desbordante, en el que descollaban sus pianos y sintetizadores. Con sólo tres músicos creaban toda una experiencia sinfónica. Por eso mismo los podríamos considerar los verdaderos artífices de este movimiento, no sólo por el sonido, sino también por las incursiones en la música clásica, a través de versiones de obras tan atípicas para un oído rockero como Cuadros de una Exposición de Modest Mussorgski, o Fanfare of the common man, de Aaron Copland, o una danza renacentista, como era el Canario, usado en su quizá más endeble álbum, cuya inspiración fue la residencia de Greg Lake en Canarias, o incluso un fragmento del Cascanueces de Tchaikovski. Gracias a ellos amplié mi horizonte musical hacia la música clásica, pero sin abandonar la diletación en ellos y otros músicos de su generación.
Ha sido, junto a Rick Wakeman, probablemente el mejor teclista en la música rock, por su fantasía y desparpajo técnico, auspiciado seguramente por su formación clásica.
Nos deja de una manera trágica, pero nos lega su fantástico patrimonio musical.
Gracias y descanse en paz

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