LA SOLEDAD DE LOS NUMEROS PRIMOS


Y, en un acceso de orgullo, creó el hombre a Dios, e hizo que le sirviera, y que creara para él el universo y la naturaleza, y lo sentara en medio de entrambos. Y le pidió que le entregara las herramientas para manejarlos. Dios, entonces, dotó al Universo de atributos y al hombre de las magnitudes para comprenderlo, y le entregó los números, para que éste los nombrara. No sé si fue entonces cuando sucedió lo de la manzana, pero el hombre, absorbido por la soberbia del conocimiento, abandonó a Dios, y en su ceguera no fue capaz de manejar, siquiera de entender, a la naturaleza. Y al igual que fue expulsado del Edén, le fue enviada otra plaga, la de la aritmética, el álgebra, la geometría, etc..., y vio que los números no sólo se sumaban y restaban, sino que también se multiplicaban y dividían, y sembró Dios, a semejanza de la vida eterna desterrada, de números primos las matemáticas.
Pues al igual que la vida desterrada, los números primos guardan ciertas semejanzas con ella. Comparten la soledad, pues nunca hallarás dos correlativos sin interponerse entre ambos algún otro, divisible y extraño. También la tristeza, al no compartir entre otros menores un fragmento entero de su naturaleza, condenados a dividirse consigo mismo para no ser más que la unidad. La desesperanza, pues por muy mayor que se haga, nunca compartirá con otro la división, y aunque avancemos en la eternidad siempre los encontraremos solos, aislados, indivisibles, impares (pues no considero al 2 como tal, pues no encuentra a otro que la unidad para dividirse por la sencilla razón de que no hay ningún otro).Y la nostalgia, por el recuerdo de ese Universo innominado y deshumanizado, sin cálculos ni ecuaciones, adonde aspira el hombre a ser hallado, etérnamente: alma e hipótesis, teorema a lo sumo.
Hacen el cálculo arisco, pero si perseveras, los hallas, por grandes que sean. Como el 1999. No sé si lo eligió por ello, por ser primo. Probablemente no, pues no le preocupaban los cálculos y las divisiones. Quizá sí, como buen granaíno, henchido de mala follá, como corresponde, quiso mandar a hacer gárgaras el efecto 2000, y hacer honor así a toda su puñetería y su socarrona existencia. Como Narciso flemático, en la sonrisa fluvial del Aqueronte se creyó reflejado, y, asfixiado por las aguas de sus pulmones, quiso ver la luz más allá del túnel, y eligió, pues, este año primo, en un día primo como el de hoy, en que su corazón hipertrofiado se desgranó como una fruta rota.
Y como número primo me dejaste, triste, más certero de la soledad, nostálgico de tus abrazos, desesperanzado de la ecuación que nos vuelva a unir, y por ello reniego de los números redondos y de los pares, y te celebro precisamente hoy, cuando hace 17 años que te fuiste, número primo también
Te quiero papá

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