EL SOMNI DE TABARNIA: HEREVA DE L'ATLÂNTIDA



Una vez expuesta de manera sucinta todo el devenir histórico acaecido en el territorio de la actual Cataluña hasta el momento que muchos consideran que comienza España, desde el punto de vista del debate independentista actual, se me ocurren varias reflexiones al respecto
  1. -        A diferencia de las comparaciones que el sector independentista quiere hacer con el caso de Escocia, nunca nadie obligó a catalanes, o a sus embriones condales, a pertenecer a este proyecto que ya existía antes de la Reconquista y que se recuperó en ésta. La reconquista, así, con minúscula, es cierto que fue estimulada por la ambición y la necesidad de expandirse de los nuevos territorios que se fueron gestando en el norte de España. Pero que existió la otra, con mayúscula, también es cierto, o sea, ese impulso restaurador de lo que fue el sueño de una España reunida bajo la fe cristiana, y lo corroboran hechos como el acaecido en León, cuando Alfonso VII se manda coronar como “Emperador de toda España”, ante la mirada y el testado de los otros reyes peninsulares, declarados como vasallos suyos, en 1135. Entre estos se contaban los reyes de Aragón, Navarra y Portugal, el conde Ramón Berenguer IV del Condado de Barcelona, y varios monarcas musulmanes peninsulares, quienes a la muerte del Emperador, rechazaron la teórica supremacía política del título. Aun así, no era más que por la ambición de posicionar su casa por encima de las demás, lo que llevó a continuas alianzas matrimoniales con objeto de amasar poder y títulos e ir consiguiendo esa aglutinación bajo la aureola de la propia dinastía.
  2. -        Y al igual que no hubo una subyugación política, tampoco la hubo lingüística, ya que esta solo se produjo por el cambio dinástico en el siglo XV. Y hablar de dinastía no es más que sucumbir al machismo reinante en la época, plasmado en la sucesión a través de la línea varonil. Porque cabría caer en la tentación de considerar a Fernando de Antequera un advenedizo, o un usurpador extranjero que impuso la nueva lengua. Era hijo de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón, esta, a su vez, hermana de Martín el Humano, y nieto, por tanto, del rey Pedro IV el Ceremonioso por vía materna, y del rey Enrique II de Castilla, por la rama paterna, casa que desciende del hermano de Pedro I el Cruel, que es el iniciador de la dinastía Trastamara, que será la que dé nombre a las dos líneas reales. Como se ve, no podía haber más mezcla entre las dos coronas.Y pensar que la previa, la de Aragón, era catalana exclusivamente, y , por tanto, más pura, sería despreciar a Petronila, la matriarca, que también surge de una mezcolanza parecida
  3. -        Por otro lado, el catalanismo suele identificarse con sus antepasados que le parecen más insignes, con lo que suele terminar muy bien parado Jaime I, con su título pomposo de “El Conquistador”, quizá porque les hace soñar con un imperio debido a sus conquistas de los reinos de Valencia y Mallorca,lo cual los hinche para crear sus països catalans. Pero, aparte de no ser, quizá, su monarca más glorioso, sí es verdad que estuvo a punto de descomponer todo el invento posteriormente, pues hizo en vida un testamento y un montón de modificaciones posteriores que lo único que podían conseguir era el desgajamiento de la Corona de Aragón. Pues, al contrario de lo que podría suceder tras el absolutismo, él tomaba sus posesiones como simples feudos hereditarios, con lo que podía hacer, especialmente con los nuevos territorios conquistados, lo que quisiera. Así, en un primer momento, testó a favor de su único hijo en aquel momento, Alfonso, tenido del matrimonio con Leonor de Castilla. Y fruto de esa arbitrariedad feudal, determinó también los límites entre Aragón y Cataluña, estableciéndolo en el río Segre, con lo que Lérida y gran parte de su provincia actual formaban parte de Aragón. Y así juró el reino de Aragón al infante. Más tarde, y cuando tuvo descendencia de su segunda esposa, Violante de Hungría, hizo sucesivas modificaciones, que alteraban no sólo ese límite entre sus posesiones, sino que además las dividía entre sus distintos herederos. Por no marear, al final, con la muerte de Alfonso, el primogénito, el resultado fue que Pedro heredaba los reinos principales, con la división de Cataluña y Aragón en el Cinca, y la emancipación del Reino de Mallorca, Rosellón y Cerdaña, que pasaron a su hermano Jaime. Por tanto, el creador de un imperio fue el mismo que lo destruyó, y hubo que aguardar un largo tiempo hasta recuperar la corona de Aragón los territorios perdidos. Y fue este mismo monarca, arbitrariamente, quien estableció los límites entre sus pueblos, con lo que parte de lo que actualmente se considera Cataluña, bien podría haber sido hoy en día Aragón. Lo que trunca el fatalismo inverso histórico de lo que se cree hoy en día una Cataluña universal y eterna, que hunde su preponderancia en unos territorios desde el comienzo de los tiempos
  4.       Como se ve por todo lo dicho, esta historia,como casi todas, no trata de la  historia de unos pueblos, sino de la de unos señores, que por su simple interés, orgullo y vanidad hacían y deshacían reinos como si se tratara de cortijos. Absurdo resulta, pues, que para montones de descendientes de siervos y vasallos, ahora resulte un orgullo reivindicar los límites por donde se extendían los dominios de sus señores. Bonito marco, pues, para fundar una república
  5.       Puede decirse, además, que Cataluña no existió como ente independiente antes de la unificación de lo que hoy, geográficamente, son sus embriones, ni tampoco estaba completa como para decir que ya existía con los límites que la conocemos. Y no tuvo entidad, tan solo administrativa, hasta que la Corona de Aragón no comenzó a establecer delimitaciones para poder ejercer su autoridad sobre sus territorios. Resulta, pues, paradójico, que cuando uno lee la historia de España, se percate de que existieron Reino de Asturias, de León, de Galicia, de Castilla, de León y Castilla, de Portugal, de Pamplona y  de Navarra, de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Murcia, de Sevilla, de Granada,... pero lo único que no ha existido son las dos comunidades históricas actuales: Cataluña y País Vasco
  6.       También es curioso saber que el mismo nombre de Cataluña aparece muy tardíamente, hacia 1117, en un poema pisano, y que en la lengua vernácula solo lo hace en la segunda mitad del siglo XIII, en el Llibre dels fets de Jaime I. No obstante, su etimología permanece incierta, siendo dos de las teorías más aceptadas realmente sorprendentes. Una, que derivaría del francés, y que vendría a significar tierra de castillos, o sea, castilla. Y la otra, que vendría de cómo algún conde de Barcelona quiso hacerse reconocer como descendiente del monarca visigodo Teodorico I, que venció, junto a los romanos, a Atila, en el 451, en los Campos Cataláunicos, que probablemente se situarían en el norte de Francia,y de esos campos tomaría el sobrenombre que luego derivaría en catalán. Por la primera, pues, primos hermanos de los castellanos. Y por la segunda, reconociendo la ascendencia que compartió el condado con el resto de España durante la dominación visigótica
  7.       Por último, decir que España surgió aun a su pesar, sin reivindicar un pasado, una raza o unas posesiones, simplemente por el hecho de aglutinarse todos sus pueblos en un proyecto de nación. El independentismo actual no hace sino recurrir a esas reivindicaciones sin tener un pasado exclusivo, una raza diferente ni unas posesiones providencialmente reservadas para ellos
Alguien se puede sentir tentado en ver aquí un alegato en contra de Cataluña. Todo lo contrario. Siempre irá por delante mi admiración a este pueblo trabajador y que tanto ha aportado a la cultura. ¿Quien no puede caer rendido ante la preciosidad de Barcelona y su Gaudí, por poner un ejemplo? Cultura a la que España, como al resto de sus pueblos, le sirvió las mimbres para desarrollarla , y que ella misma evoluciona a partir de las aportaciones de sus partes. Cómo no pensar, siendo andaluz, en todas las relaciones de mi tierra con Cataluña, no sólo laborales, sino también culturales. Como botón de muestra cito la Institución Libre de Enseñanza, creada por un rondeño, Giner de los Ríos junto con la Residencia de Estudiantes, donde encontraron acomodo y amistad un aragonés como Luis Buñuel, un andaluz como García Lorca y un catalán como Dalí, entre muchos otros. ¿Y desde el punto de vista musical, que es lo que más me apasiona? Podría referir cómo en el siglo XIX, al igual que en otros países europeos, se desarrolló en el nuestro un nacionalismo musical que hundía sus raíces en el propio folclore. Y en nuestro caso, su artífice teórico fue un catalán de Tortosa , Felipe Pedrell. Y los máximos exponentes, dos catalanes y un andaluz: Albéniz, Granados y Turina, en los que rezuman y descollan ritmos y sones de toda la geografía hispana.

Es este afán independentista un sueño que no ancla ni en la historia ni en el sentimiento de sus antepasados. Es lícito querer serlo, pero la única motivación que resta es la desafección (nos roban), el egoísmo (pagamos más impuestos) o la ignorancia (lo aquí relatado), o una mezcla de todas. Y puesto que no es la historia la que justifica ese anhelo, no hay territorio que reclamar para una hipotética República catalana, y frente a ese sueño que para otros catalanes se convierte en pesadilla, es lícito crear uno propio conque enfrentarse y abrir los ojos a los que fanatizan con su logro. Y ese sueño es Tabarnia, a la que podremos también, retrospectívamente, crearle una historia, unos mitos, unas lindes, que le permitan entroncar nuevamente con ese proyecto, tan sólido por tan persistente a la vez que tan poco defendido, que es España.

Y me despido otra vez con música. Para ahondar en mescolanzas, he elegido un tema de Manuel de Falla, compositor gaditano, granadino de adopción, creador del Festival de Cante Jondo (luego Festival Internacional de Granada) junto con García Lorca. Es un fragmento de la obra más ambiciosa de Falla, una cantata titulada La Atlántida, basada en el poemario homónimo de Jacinto Verdaguer. Este, para quien no lo sepa, puede que sea el mayor exponente de "la renaixença" catalana, algo que hoy en día también se reivindica como esencia del nacionalismo independentista. Pues bien, aparte de contribuir al resurgimiento de la lengua catalana, y también fortalecer el orgullo catalán, leyendo esta obra no hay un atisbo de independentismo o de rechazo a lo español. Todo lo contrario. Es cierto que quiere, aprovechando el relato de la desaparición de la Atlántida, y relacionándolo con el viaje de Colón para descubrir las tierras "plus ultra", ensalzar su tierra, mitificando, por ejemplo, un origen hercúleo de Barcelona. Pero dentro de su pertenencia ancestral a un ente que la engloba: España, a la cual también glosa. Y es este pedacito, que Falla lo transforma en un número independiente de su obra y lo titula Hymnus Hispanicus, el que yo os comparto. Está interpretado por la Joven Orquesta Nacional de España, fundada y dirigida por un catalán, Edmon Colomer, y con coros balear, canario, navarro, valenciano y venezolano.


     
I a tu qui et salva, oh niu de les nacions iberes,
quan l'arbre d'on penjaves al mar fou submergit?
qui et serva, jove Espanya, quan lo navili on eres
com gòndola amarrada, s'enfonsa migpartit?

L'Altíssim! Ell, de nàufrag tresor omplint ta popa,
del Pirineu, niu d'àligues, t'atraca als penyalars,
dessota el cel més blau, darrera eix mur d'Europa,
i al bressoleig, com Venus, de dos immensos mars.

Per ço, de les riqueses*lo déu en tu posaren
los grecs, entre argentífers turons veent-te florir;
millor que el d'or de Colcos preuat velló hi trobaren,
a Homer dares l'Elíseu i a Salomó l'Ofir.

De l'Atlàntida al veure't hereva, en son enterro
los pobles que et festegen digueren: —Ella rai!
què importen a l'abella los trossos de ton gerro,
si, flor dels vinents segles, los quedes tu?— Mes ai!

Y á tí ¿quién te salva, oh nido de las naciones iberas,
 al sumergirse en los mares el árbol de que pendías?;
 ¿quién te sostiene, oh joven España , al hundirse bipartida
 la nave a que, cual góndola , te hallabas amarrada?

El Altísimo! Él, hinchiendo tu popa de náufrago tesoro,
te atraca a los peñascales del Pirineo , de águilas nido ,
bajo el cielo más azul, tras ese antemural de la Europa
y al cuneo , cuál Venus, de dos mares rientes.

Por eso, los griegos imaginaron en ti el Dios de las riquezas,
al verte florecer entre argentíferos peñones; mejor
que el aurífero de Colcos, hallaron en ti preciado vellocino,
y a Homero diste el Elíseo, y a Salomón el Ofir.

Al verte heredera de la Atlántida , los pueblos que te
adulan , dijeron en su entierro:—¡Poco monta ! ¿que importan
a las abejas los tiestos de tu jarro si, flor de los venideros
siglos, les restas tú?—Mas ¡ay!

¿Esta España, gema heredada de la Atlántida, en cuya primitiva existencia hunde sus raíces, cristalizada y compactada en la fragua de los siglos, habrá de verse resquebrajar y hundirse en pos de ella por la insidia del egoísmo y la ignorancia?

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