Adagio: Idilio de Sigfrido

 

Gustav Klimt - Idilio


Se ha escrito tanto y es tan famoso Richard Wagner (1813-1833), que es ocioso presentarlo. Te muestro una de sus escasas incursiones sinfónicas. A pesar del título, no la busques inserta en ninguna de sus óperas, ni siquiera en las del ciclo de El anillo del Nibelungo.
Su génesis fue romántica. Y su título, posterior. Era Wagner lo que hoy llamaríamos un macho alfa. Tuvo que poseer una personalidad apabullante y arrolladora, hasta el punto de poder anular la autoestima de personalidades singulares, como fue la del gran director de orquesta Hans von Bulow.
Este fue alumno del gran compositor Liszt, y fruto de ello, y de la relación musical con su hija Cosima, surgió su matrimonio con ella. Probablemente más debido a una atracción y admiración por parte de ella que a un enamoramiento propiamente dicho. Si a ello le sumamos la estrecha relación que el matrimonio y el propio Liszt mantuvieron con Wagner, pues de esos polvos, estos lodos. ¿O quizá al revés?
El caso es que, durante su estancia en Baviera, junto a su monarca Luis II, otro personaje singular y perdídamente rendido al genio del compositor, las relaciones se estrecharon tanto que Wagner y Cosima se hicieron amantes. Tuvieron la primera hija juntos sin haberse roto las relaciones de ella con von Bulow, de tal manera que a esta hija la bautizaron Isolda von Bulow. Tuvieron otra hija más hasta que Cosima abandonó definitívamente a su marido para irse a maridar con Wagner. A pesar del comportamiento atrevido y provocador de la pareja para su época, no se pudieron librar del consabido escándalo, lo cual provocó que la pareja se marchara a vivir a Suiza, a Tribschen, a una villa sobre el lago Lucerna. Allí obtuvo Cosima el divorcio en 1870, tuvo junto a Wagner a su tercer hijo, Sigfrido, en 1869, y finalmente se casaron, también en 1870.
La obra fue un regalo sorpresa a su recién esposada Cosima por todos estos acontecimientos, y coincidiendo con su cumpleaños, que caía en la víspera de Navidad, de ahí que esté escrita para una orquesta de cámara, para ser interpretada en su propia residencia. Vaya lujo de regalo.
El nombre original fue Regalo sinfónico de cumpleaños, pero posteriormente pasó a llamarse Idilio de Tribschen hasta adquirir el definitivo de Idilio de Sigfrido, en honor a su hijo, y no, como algunos piensan, al protagonista de su ciclo operístico tan famoso.
Hans von Bulow nunca abandonó su amistad ni su admiración por Wagner, y, a pesar de la jugarreta, no fue óbice para que estrenara, después del affaire, dos óperas suyas: Tristan e Isolda, y Los maestros cantores de Nuremberg.


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