No fue Franz Schubert (1797-1828), quizá, el músico más afortunado de la historia. A sus orígenes humildes habría que sumarle su frustrada o frustrante vida amorosa, con un proyecto de matrimonio truncado por la oposición oficial ante su incapacidad económica de mantener una familia. Bajo el yugo conservador de Klemens von Metternich, quien fue canciller del Imperio Austro-Húngaro en esa época, se decretó una Ley de Consentimiento Matrimonial, que prohibía expresamente el matrimonio a las clases burguesas bajas si no demostraban su capacidad para mantener a la esposa. Él se enamoró por entonces, en 1814, de su vecina Therese Grob, quien lo encandiló durante una interpretación de una misa del propio Schubert con su angelical voz de soprano. Se unía también la bisoña edad de Schubert, que contaba entonces dieciséis primaveras. Hizo un intento infructuoso por obtener una plaza de profesor de música, que plasmó la imposibilidad de conseguirla. Ella, más tarde, terminaría casándose con un panadero, lo que muestra la situación de humildad y pobreza del compositor, que derivó en que incluso el padre viera más futuro para su hija en manos de un simple artesano.
También hay que sumar su afección de sífilis, quizá provocada por su amargura amorosa y su refugio en el alcohol y en una discreta vida disipada, que, bien por la misma enfermedad, o bien por la intoxicación por mercurio, que se usaba en su tratamiento, le produjo finalmente la muerte. También sus limitaciones físicas, pues apenas medía un metro y medio, y entre sus camaradas era conocido como schwammerl, cuyo significado literal es "seta", pero que con su sentido burlesco podría ser panzón o pequeño champiñón. Y, por demás, sus dificultades para publicitar su música, que si bien era muy admirada en pequeños círculos amistosos, no fue suficiente para resarcirle de varios fracasos operísticos y del hecho de que mucha de su música más conocida hoy día permaneciera guardada en cajones durante años aún después de su muerte.
Murió muy joven, a los 31 años, como era habitual en la época, aunque quizá en él resultara excesivo, pues es el fallecido más joven entre los más ilustres compositores (tristemente superado por Pergolesi, pero un siglo antes, o nuestro Arriaga, fenecido un año antes que Schubert, a los 20 años, pero con un corpus, en ambos casos, lógicamente, más reducido, y un escalafón más bajo en el parnaso musical). Él mismo provenía de una humilde familia que tuvo a 14 hijos, de los cuales 9 murieron en la infancia. De todos modos, como casi todos los grandes músicos, era portador de un genio superdotado, y tuvo una prolífica vida compositora, con prácticamente mil obras en su corta existencia. Se puede considerar que fue el primer músico dedicado exclusivamente a la composición, que constituyó su humilde modus vivendi, ya que no era un virtuoso instrumentista ni tampoco se dedicó a la dirección orquestal. A lo máximo que llegó fue a acompañar al piano a los cantantes que interpretaban sus innúmeros lieder, en unas reuniones de camaradas que pasaron a recibir el nombre de schubertíadas, y que constituyeron el discreto núcleo de fama en vida de él, y el templo de salvación de sus composiciones, donde pasaron a ser acopiadas y salvaguardadas por sus amigos y colegas musicales.
Fue admirador de Haydn, Beethoven, a quien conoció, y Mozart, y exploró nuevos caminos, como el lied, del que es reconocido como su gran impulsor y creador en su concepción moderna. Yagrupaciones camerísticas, como la de la obra que nos ocupa hoy, el Trío para piano en mí bemol mayor Opus 100, del que te extraigo su apasionado y lírico andante con moto. Un trío compuesto para piano, violín y violonchelo, y que constituye una de las más insignes páginas en su genero, y una de las más extensas del repertorio, con una duración aproximada de 52 minutos. Presenta dicho movimiento un primer tema al comienzo, ejecutado por el violonchelo, y luego repetido por el piano, inspirado, según parece, por una canción popular sueca titulada Se solen sjunker, de una bella factura lírica y melódica, que impregna todo su transcurso, al que parece querer desembocar en todo momento el resto de la pieza, que luego será iterado nuevamente varias veces en el último movimiento, y que en todo momento nuestros oídos porfían por volver a escucharlo, así es de seductor. Tanto, que Stanley Kubrick la empleó obsesivamente en su película Barry Lyndon, y probablemente influyó en la obtención del premio Oscar a la mejor banda sonora a Leonard Rosenman, su autor, en 1975.
Como toda gran obra, tiene su pequeña historia detrás. El
motivo de la composición fue celebrar el compromiso matrimonial de su amigo de
la infancia Joseph von Spaun, a quien
conoció en el Stadtkonvikt (Seminario imperial), al que comenzó a
asistir en 1808. Humilde como era, su amigo acomodado le proporcionaba en aquellos comienzos escolares el papel para sus manuscritos y partituras. Fue una bonita manera de devolverle tantos años de ayuda y amistad, pues Schubert nunca abandonó su, probablemente involuntaria, vida bohemia, no ganando nunca sino lo suficiente para subsistir, sin conocer familia ni hogar propios en toda su vida. Esto le permitió escuchar la obra en público, cosa no frecuente dado su escaso interés por promocionar su música. La boda se celebró en Enero de 1828, cuando se interpretó el trío, y hubo que esperar hasta Marzo de ese mismo año para que Schubert, celebrando el aniversario de la muerte de Beethoven, presentara e interpretara por vez primera en público un concierto con obras propias. En noviembre de ese mismo año, este infeliz personaje que no alcanzó el amor en su corazón, fue reclamado por la única que flirteó con él en sus mundanos temores, la doncella Muerte
Abandonamos, pues, la espesura silvana de la sinfonía para adentrarnos en este pequeño jardín camerístico. Deléitate.
Corté este año mi recién nacida tradición de escribir letrillas satíricas anuales con temas candentes en la creencia de ser aburrido y repetido. Bueno, lo de aburrido lo dejo a juicio de otros, pero lo cierto es que está siendo este 2024 un año fecundo en extravagancia y absurdidad. Como para no intentarlo. Voy a procurar convalecerme del tiempo perdido. Salga el sol por Antequera y vague luego por los cerros de Úbeda. Para qué viajó a América Colón, Pizarro, Hernán y compañïa, bizarra descortesía, expolio y cinco siglos de perdón, si con vuelo de Delcy bien lo amoldo: sin siquier pisar tierra íbera, la huella de maletas queda; de oro, si acaso, tan sólo el reskoldo, y luego salga el sol por Antequera, vague por los cerros de Úbeda. Contra la corrida unos predicando, para embestir como toros, fuera todos los decoros, que ya sayo de mi capa hago y andando; cínico la encierra en habitación, la moral en salmuera, sálvela quien sepa o pueda, gozarala con suerte de rejón, ...
Bartolomé Esteban Murillo - Inmaculada "de los Venerables" Museo del Prado Vivaldi ha tenido la gran suerte de que sus conciertos conocidos como Las cuatro estaciones tuvieran gran éxito y su figura no se perdiera completamente en el olvido, pues, como era corriente en muchos músicos, murió en la indigencia. Su figura estaba decayendo en su Italia natal, entre otras cosas por el cambio en el gusto musical del público, lo que provocó que se planteara mudarse a Viena para probar fortuna en la corte imperial, teniendo en cuenta que era querido por el entonces emperador Carlos VI (nuestro famoso contendiente en la Guerra de Sucesión española, por la facción de la Casa de Austria) . Para el viaje tuvo que vender gran parte de sus partituras, y cuando por fin llegó a Viena, Carlos VI falleció, con lo que perdió el favor y la esperanza de un emolumento por parte de la corte que le permitiera subsistir. Aun así, hasta hace más bien poco, Vivaldi, para la inmensa mayoría...
Bartolome Esteban Murillo - Inmaculada Concepción de El Escorial Museo del Prado Si hubiera que dar un premio Magnificat Barroco al autor más prolífico en este motete, o, al menos, del que más número de obras de este tipo nos ha llegado, ese premio se lo llevaría sin duda Johann Pachebel (1653-1706). Nos ha legado nada más y nada menos que 26, en una variopinta presentación de duraciones y orquestaciones, de humor y de coruscante armonía. Aunque como es el caso en casi todos los autores, nada sería fruto del mérito propio o de la devoción ajena. Pues Pachebel iba camino de convertirse en una nueva reseña en los libros de historia, a no ser por la casualidad de la fama conseguida por una obra menor suya, aunque pegadiza y melancólicamente melodiosa. Se trata del famoso canon, que lo compuso allá por 1680. Este canon, emparentado con la chacona y el pasacalle, melodías todas ellas danzábiles, viviría inmerso en la vorágine de creaciones de este estilo. Pasó el siglo XIX en blanco, ...
EL OLVIDO ¿Madre, oíste las bombas caer? Duérmete niño, despejaré con la nostalgia de una canción fragante en flores imaginadas el atosigante hedor a pólvora que esparce el turíbulo de la guerra. Caerán las nieves, y el frío depositará en un conspicuo túmulo de terror toda la esperanza acribillada. El olvido flota más que el dolor, pues uno es sueño que se evanesce, el otro hemorragia que riega nuestros campos, y, así, será ella quien, en la mar roja sin olas de nuestras pesadillas, deposite un atronador, un remordedor silencio, donde nadará la sorda conciencia de quienes nos olvidan. LA CANCIÓN Es extraño cómo a veces confluyen los acontecimientos con las aficiones. Este año se celebra el 50 Aniversario de la publicación de uno de los mejores discos de una de mis bandas de rock favoritas: se trata del Relayer del grupo británico de rock progresivo Yes . Yo llevo casi el mismo tiempo escuchándolo, y siempre me pareció magnífico el te...
¡¡¡Por fin!!! No es que sea por los años que han pasado del asunto que se trata de rescatar, sino porque ya iban a haberlo hecho hace unos 2 años. Por fin le han puesto el nombre de mi abuelo a una calle granadina. Se ve que aún colean desavenencias políticas, incomprensibles, por supuesto, ya que si pudieran saber dónde podría situarse políticamente mi abuelo, se darían cuenta de lo absurdo que es seguir arrastrando los problemas de entonces, sobre todo cuando ya casi ningún político vivió, no la guerra, sino incluso la dictadura. Aún así, ha estado muy bien. Podría decir aquello de que me había propuesto no emocionarme, pero no solo no me lo había propuesto, sino que si lo hubiera intentado tampoco lo habría conseguido. Ha estado el alcalde, la teniente alcalde, y además sabían de qué iba el tema. o sea, que se han molestado en que no fuera un simple paripé. Por parte del ayuntamiento, también ha estado Francisco Puentedura, de Izquierda Unida, quien fue el que finalmente...
PROEMIO No creo que yo deba definirme como tal, pero si tuviera que clasificarme como escritor, diría que soy uno perezoso. Inicié esta entrada al poco de comenzar el conflicto que trato, y lo he ido completando en todo el tiempo que lleva desarrollándose este desgraciado acontecimiento. Es por eso que hablo como si las cosas hubieran pasado en este mismo instante, aunque el instante no es siempre el mismo. ¿O sí? EL MIEDO A pesar de haber disfrutado de una infancia feliz, nada ni nadie nos libra de haber padecido nuestros pequeños y particulares traumas, nuestra diminuta galería de horrores. Uno que me viene a la mente ahora trata de un asunto que, creo yo, era compartido por otros niños de mi época, e incluso por más de un adulto. Consistía en el temor, con visos de certeza, a que se iba a volver a repetir una guerra en cuanto que Franco muriera. No sé si respondía a una propaganda subliminal del régimen, para que llegado el momento del deceso del caudillo no tuviéramos la tentación ...
Visitación - Ghirlandaio El Adviento supone el comienzo del año litúrgico, y es un periodo de preparación espiritual antes del nacimiento de Jesús. Es, en cierto modo, análogo a la Cuaresma, aunque con un aparente final más feliz, pero cuenta con parecidas restricciones en la efusividad o en los componentes de las celebraciones. Abarca desde el 4º Domingo antes de Navidad hasta el día de Nochebuena, por lo que es un tiempo discretamente variable. Como en cualquier época del año o festividad, los textos elegidos para lectura en la misa suelen ser los mismos siempre, y todos versan acerca de la venida de Dios, en un triple aspecto: como hombre y encarnación de Dios, como profeta y como juez al final de los tiempos. Por tanto, los textos tratan sobre una serie de personajes del Nuevo Testamento, como son la Virgen María, preñada y dispuesta a dar a luz a su Hijo, y San Juan Bautista, como primo de Jesús y anunciador de la venida de uno más grande que él, el verdadero Dios. Pero ta...
Gustav Klimt - El beso Bonita manera de comenzar esta estación si ya, desde el primer momento, cambio su denominación a Adagietto. Pero ya advertí que no nos ceñiríamos a la denominación del tiempo de la obra, sino, sobre todo, al carácter de la misma. Y ésta, en concreto, se puede permitir el lujo de cambiarse el nombre por este apelativo cariñoso y gracioso, pues rezuma belleza y elegancia, pasión y ternura. No obstante, no ha sido redescubierta, junto al resto de la música de su autor, Gustav Mahler (1860-1911), hasta tiempos recientes. Fue él, Mahler, un músico famoso en su época, sobre todo por su trabajo como director de orquesta. Y aunque conocida su obra durante su vida, ésta fue escasa y principalmente concentrada en su última década. No fueron exitosas y celebradas sus composiciones en su momento, quejándose amargamente de que harían falta, a lo menos, 50 años para que se entendiese en toda su magnitud. No anduvo muy desacertado. Hoy lo contemplamos como integrante del armazó...
Pensaba yo que todo este afán mejicano por las calaveras y su banalización festiva de la muerte les venía por los ritos de sus antepasados mayas y aztecas. Pero resulta que no. Alrededor de la fecha de “Los difuntos” suelen disfrazarse con temas cadavéricos, siendo habitual encontrar féminas elegantes pero caracterizadas como personajes huesudos, esqueléticos, llamados catrinas. Y esa tradición se remonta al pasado reciente, debido a la creación de una caricatura de viñeta, “la calavera garbancera”, allá por finales del XIX y principios del XX, por un tal José Guadalupe Posada. Su intención, al idearlo, era ridiculizar e ironizar la vacua impostura que practicaban los mejicanos, sobre todo los de origen nativo y reciente enriquecimiento, al tratar de aparentar una vida supuéstamente europea que no les era ni propia ni tradicional, y con ello también todo tipo de alarde o pretenciosidad en cualquier aspecto de la vida, denunciando la hipocresía en su tiempo. Las caricaturas...
Giacomo Trecourt - Lord Byron en la costa del mar helénico Robert Schumann (1810-1856) responde al retrato típico de artista romántico. Literato, compositor, crítico musical, amante apasionado en su juventud -libando entre florecientes Lidys y Nannis-, trastornos de personalidad, con episodios de desaforado entusiasmo entremezclados con otros de abúlicos ensimismamientos. Pero lo que determinó su vida y su creación fue, sin embargo, el amor conyugal. Nada hacía presagiar esta gran aventura vital cuando creció entre los anaqueles de la librería de su padre en Zwickau, donde aprendió a sumergirse en el hábito de la lectura. Fue él quien percibió dotes artísticas en su hijo y pronto le facilitó clases de piano. Vivió, pues, bajo un gran influjo musical y literario en su infancia, no estando seguro el mismo joven de cuál podría ser su senda, hasta que acudió a los 16 años a un concierto del famoso pianista Moscheles, del que salió encantado. Pero su padre murió entonces, y su pragmá...
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