Las puertas del delirio: El Cinismo
EL CINISMO
El problema de estos sectores que no ven esta guerra como un conflicto entre el bien y el mal, es que no consideran al régimen ruso injusto. Tal vez uno de los motivos es que ellos han sido, a su vez, apoyados previamente por él. Quizá eso explique que pensamientos tan dispares encuentren justificación a la ofensa occidental subjetivada en la percepción de Putin y a la agresión rusa subsecuente. No olvidemos, por ejemplo, en el conflicto independentista catalán, no sólo el apoyo de Rusia a sus escaramuzas, sino también el lisonjeo que mantuvieron entre sí para despreciar nuestra democracia y convivencia hispana. Podemos sumar a los nacionalistas de toda jaez, desde húngaros y polacos hasta nuestros radicales denominados de derechas, pues ven una afirmación de un yo cultural, patriótico y excluyente que ellos mismos explotan. Pero conformarse en pensar que el problema del influjo o intromisión de Rusia en Europa viene a través de la identificación ideológica del sistema de Putin con la ultraderecha, es falaz y pernicioso para encontrar la raíz del problema de la injerencia rusa en nuestra sociedad occidental.
Los apoyos y alianzas se basan en muchos y diversos factores, no siendo desdeñables las veces impregnadas de cinismo, como lo fue la alianza que protagonizaron en el comienzo de la 2ª Guerra Mundial la Alemania nazi y la Rusia estalinista, para dejarse las manos libres y así hipotecar el resto de Europa, y que supuso la invasión de Polonia por los alemanes y la de Finlandia por la Unión Soviética. Y erramos en nuestras etiquetaciones si no entendemos que todas las oligarquías, tiranías y dictaduras son de la misma estofa.
Mismamente, considerar al propio régimen ruso como de ultraderecha resulta una afirmación desorientante. Putin ha establecido un sistema pseudodemocrático, con poderes omnímodos acuñados en su persona, de intenso matiz nacionalista, de un patriotismo aglutinador, en el que incorpora tanto la gloria expansiva del zarismo como el imperialismo comunista europeo fijado tras el telón de acero. Por eso añora aquel estado de privilegio de Rusia dominando medio mundo mediante reyezuelos proletarios que cercenaban hasta la libertad de los ciudadanos para poder escapar a sus tentáculos.
Y es por ello por lo que no le importa estrechar lazos con la China comunista, aunque de comunista sólo le queda la maquinaria de opresión de libertades, pues tras el doble fracaso económico de Mao Tse-Tung, la primera de las cuales provocó la gran hambruna con treinta millones de muertos tras el fallido plan denominado El gran salto adelante, y que provocó un primer intento de reactivación económica liberal en los años 60, de manos del renovador Deng Xiaoping, la cual fue reprimida y represaliada por la Revolución cultural promovida por un celoso Mao, después de la muerte del dictador fundador del comunismo chino, se volvió a la senda del abandono de la producción soviética a un impostado y lucrativo sistema capitalista, que hace convivir la extrema pobreza con los mayores ricachones del planeta.
Y es este fundamento engañoso de reverdecimiento de lazos comunistas en el que encuentran desahogo formaciones patrias como Podemos o Sumar, en los que seguramente encontrarán apoyos. Los caminos de la política son tortuosos, pero siempre dejan un hediondo rastro de desvergüenza. Rusia no solo se apoya en añoranzas comunistas, sino en construcciones de bloques antagónicos, y, por tanto, ayuda y espolea a todo aquel que es enemigo de sus enemigos. Y los enemigos de Estados Unidos y del mundo occidental, claro está, lo forman un batiburrillo de ideologías entre las que se encuentran el rancio comunismo de Cuba, el neosocialismo bolivariano de Venezuela y el islamismo integrista y beligerante(si es que existe otro tipo) de Irán. Todo esto nos lleva a entender cómo postulados de la ultraderecha encarnados en Orban, Robert Fico o Salvini en cuanto al conflicto ucranio, coincidan con los de la ultraizquierda española. Esto es lo que los hace feroces reprensores del régimen israelí en el conflicto de Gaza, y tibios justificadores del malestar ruso con la abusiva provocación de la OTAN al amenazar veleidosamente su seguridad por el apoyo a los esbozos ucranios de democracia. Y eso también nos haría comprender cómo la financiación iraní del canal de televisión de Pablo Iglesias y la timorata respuesta de sus acólitos a las agresiones sexistas del régimen de los ayatollahs son compatibles con el empacho feminista ideologizado con que nos atiborran. A pesar de su coincidencia, es lógico que no reconozcan su alineamiento con la ultraderecha, porque todos los extremismos, que son negacionistas por naturaleza (antiloquesea) hallan su razón de ser en la oposición al radicalismo del supuesto signo contrario. Lo mismo que la ultraderecha precisa de ese antagonismo, pues no olvidemos que todos los movimientos fascistas fueron una reacción al comunismo: fascismo italiano, nazismo y falangismo. Todos de una pasmosa similitud a su opuesto según expongo en esta otra entrada mía, Semejanzas y disimilitudes, y de los cuales la ultraizquierda actual les está usurpando el carácter que esencialmente los distinguía: el nacionalismo. Pues su mayor conflicto radica en que ambos radicalismos pescan en el mismo caladero de populismo.
Esto hace que en nuestro país, Bloque Gallego, Bildu y Esquerra Republicana de Cataluña, todos de izquierdas, que deberían abogar por la internacionalización de sus postulados y el abandono de las fronteras, prevalezcan el carácter nacionalista y excluyente por encima del resto de sus valores, a semejanza del fascismo, eludiendo todos posturas enérgicas frente al abuso e injusticia de Rusia ante Ucrania. Y que también permita a Putin conciliar el zarismo con el régimen soviético, y a Corea la dictadura del proletariado con la monarquía absolutista dieciochesca.
Viene de aquí🇺🇦
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