Las puertas del delirio: La Desidia
LA DESIDIA
Todo esto me lo ha rememorado el surgimiento del actual conflicto de Ucrania, que me ha despertado, como a mucha más gente, esos sentimientos de miedo y rabia frente a una guerra injusta. Ante esto, ya sé que se han levantado voces, pocas, que nos echan un poco en cara nuestra hipocresía, como si no hubiese ya o hubiera habido innúmeras guerras en los últimos años. Es cierto que se ha alegado la proximidad y el siglo en el que vivimos para justificar esa actitud, pero yo creo que es algo más profundo.
En España hemos tenido el privilegio de vivir sin guerras casi medio siglo, lo que va de democracia, ochenta y tres años si contamos desde la finalización de nuestra sacrílega guerra civil. Y si exceptuamos la participación en algunas misiones bélicas por parte de pequeños destacamentos de nuestro ejército, que, en cualquier caso, con la denostación y desprecio que actualmente sufren por parte de una sociedad, más que pacifista, papanatas y mojigata, no deja de ser más que, en opinión de ella, unos cuantos fanáticos y nostálgicos de la violencia los que allá vayan, y, si mueren, seguro que no es uno de los nuestros, de los de nuestras sagradas convicciones.. Así pues, lo más cerca que tuvimos una guerra fue en los años noventa del siglo pasado en Yugoslavia, pero ahí estaban bien definidos los contendientes, su incapacidad para dañarnos y lo susceptible que era el conflicto de ser apañado por la moderna Roma, o sea, Washington.
Es verdad que ha habido otros conflictos que nos han salpicado de algún modo, también a la conciencia, como los desarrollados en Irak, en los países afectados por la llamada Primavera árabe y, más recientemente, en Siria, sin contar con el conflicto continuo de Palestina. Pero hay una serie de aspectos que los diferencia, desde nuestra perspectiva y desde nuestra conciencia.
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