EPIFANÍA

La Adoración de los Reyes Magos - Velázquez

Llega por fin el día de la Epifanía, y con él, según nuestro rito navideño, los Reyes Magos a Belén…y a nuestros hogares. Y lo digo de este manera porque en realidad son dos cosas distintas…¿o no?

Si consultamos el diccionario de la RAE, en su primera acepción

epifanía

Del lat. tardío epiphanīa, y este del gr. ἐπιφάνεια epipháneia.

Escr. con may. inicial en acep. 2.

1.   f. Manifestación, aparición o revelación.

 

Estríctamente hablando, esto, según el ceremonial judío, se produce una vez que se cumple el periodo de purificación de la mujer parturienta, según se especifica en Levítico 12:

 

12  Habló Jehová a Moisés, diciendo:

Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.

Y al octavo día se circuncidará al niño.

Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación.

Y si diere a luz hija, será inmunda dos semanas, conforme a su separación, y sesenta y seis días estará purificándose de su sangre.

Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote;

y él los ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella, y será limpia del flujo de su sangre. Esta es la ley para la que diere a luz hijo o hija.

 

Entonces es llevado el niño al Templo, donde es presentado, y por tanto se manifiesta, aparece o revela al mundo, tal como nos llega en el evangelio de Lucas 2 22-24:

 

22 Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor

23 (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor ,

24 y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.

 

Por tanto, la Epifanía poco tendría que ver con el asunto exótico y extraño de los Reyes Magos. A no ser que analicemos un poco más a fondo este último hecho.

Los extranjeros venidos desde Oriente no eran magos. O, mejor dicho, no eran magos según el concepto que tenemos hoy día de mago. O, para ser aún más exactos, el significado del término mago ha cambiado a consecuencia de su aparición en el Nuevo Testamento.

Los magos constituían una de las tribus del imperio medo, junto a otras de nombres tales como los busas, paretacenos, estrujates, arizantos y budios, tal como las enumera Heródoto en el capítulo CI de su Libro I de Historia, siendo una de las pocas referencias que hay respecto al tema. Estas tribus se unificaron por la presión que ejercieron sobre Media los asirios, constituyendo un reino entre el mar Caspio y Babilonia, en lo que era el centro neurálgico de la luego conocida como Ruta de la seda. Sus gobernantes entraron, más tarde,  en conflicto con el naciente imperio persa, que acabó fagocitando Media.

Estos pueblos poseían, como es lógico, pues ha existido toda la vida en todas las civilizaciones, su religión, en este caso el mazdeísmo, que luego derivó en, o se la conoce como, zoroastrismo, por ser Zoroastro su principal profeta, cuyo nombre más tarde tomaría Nietszche para hacerlo el protagonista de su libro Así habló Zaratrusta. Era el mazdeísmo una típica religión primitiva, con su cosmogonía y teogonía particulares, con unas divinidades representando elementos o circunstancias del universo. Por una razón u otra, el pueblo mago debió quedar profundamente relacionado con la práctica del sacerdocio de dicha religión, estableciéndose una identificación del cargo y la ascendencia en la palabra mago. Algo parecido a lo que ocurre en la Biblia con Aarón, hermano de Moisés, y su descendencia, a los que Dios constituye de manera permanente y hereditaria como sacerdotes exclusivos de su pueblo elegido.

Como todos los sacerdotes, tendrían establecidos sus ritos, y debía haber alguna leyenda o superstición acerca de ellos, por parte de los pueblos ajenos, en cuanto al esoterismo o hechicería de que eran capaces, de ahí que el término mago se asociara a brujería, nigromancia o hechicería.

De este modo, con el transcurrir del tiempo, y establecido el cristianismo como la religión verdadera, cualquier hecho insólito o asombroso sucedido por intermediación de Dios sería un milagro, y cuando ocurriere por ceremonia sin su participación sería magia. Bueno, al final, magia ha quedado para hechos prodigiosos inocentes y para juegos abrumadores de los sentidos. Sus sinónimos más serios o castigados fueron hechicería o brujería.

De ahí que la Biblia sí hablara de personajes magos, pero en el sentido original de su vocablo, de gente proveniente de oriente, Que quisieran darle la connotación sacerdotal que poseían, es posible. ¿Pero cuál sería el sentido de su inclusión en la historia del nacimiento de Jesús? Muchos quieren ver un doblegamiento de los ritos paganos y arcanos al verdadero Dios, que se impone a todas las creencias primitivas y supersticiosas. Mi opinión es que, al estar los evangelios escritos a posteriori de todos los sucesos, es posible que quisieran remarcar desde el nacimiento de Jesús los dogmas más importantes de su nueva enseñanza, pues ya sabemos que no vino a acabar con las antiguas enseñanzas del judaísmo, sino a ampliarlas y perfeccionarlas. La humildad de la cueva o del establo donde nació y la adoración de los pastores es la accesibilidad de todo hombre a la salvación, sin importar jerarquía, poder o riquezas, todo lo cual sería vano para la entrada en el cielo. Y los magos, en cuanto que extranjeros, paganos o gentiles, aportan el matiz de universalidad del mensaje de Dios. Dios ya no es el dios de los judíos, es el dios de toda la humanidad.


Termina Bach su Oratorio de Navidad con esta sexta y última cantata ,Herr, wenn die stolzen Feinde schnauben. El libreto recurre al evangelio de Mateo, y trata, en tres de sus recitativos, de la llegada de los Magos a la corte de Herodes, y cómo éste les encarga de que vayan en busca del nuevo rey nacido a fin de que posteriormente le informen del lugar del suceso, del hallazgo por fin de establo en Belén, donde lo adoran, y del aviso que reciben en sueños de Dios para que regresen inadvertídamente por otro camino, para evitar la venganza de Herodes. De este modo, Bach completa el relato navideño mediante seis obras que se han de interpretar en las fiestas más señaladas de la Navidad. Pero para que el relato sea coherente, en dos de esa fiestas debe recurrir a otros temas diferentes a los que se conmemoran en la liturgia. Así, el 27 de Diciembre se sustituye el recuerdo de San Juan Bautista por una extensión de la temática de la adoración de los pastores. Y la celebración del Domingo depués de Año Nuevo, en que se hubiera conmemorado la huida de la Sagrada Familia a Egipto, lo cual hubiera resultado discordante con el relato navideño, se anticipa el prolegómeno de la visita de los Reyes Magos al niño recién nacido. Esto no fue una originalidad de Bach, y, por supuesto, fue totalmente aceptado por la comunidad religiosa gracias a una precedente tradición impulsada por las "Historia de la Navidad" de compositores previos y consagrados como  Heinrich Schütz y Thomas Schelle.

 


 

Debido al efimeral planteamiento composicional en la época barroca, este bello oratorio no fue interpretado nuevamente hasta 1857, gracias a la reposición realizada por un, incluso hoy día, desconocido o poco famoso compositor alemán, llamado Eduard Grell, y a su puesto como director de una institución poco conocida hasta para los melómanos, como es la Sing-Akademie zu Berlin.

Esto nos puede hacer presuponer que los hitos en la recuperación de las obras antiguas es el resultado de una carambola histórica, y la mayor parte de las veces así es. Pero a poco que se indaga un poco en el tema, alcanzamos a saber que esta recuperación es el fruto del amor y el cuidado de unas pocas personas capaces de ser conscientes de la magnitud del legado que custodian.

Grell fue camarada y condiscípulo de su antecesor, el también desconocido Carl Friedrich Rungenhagen, cuyo mayor mérito pudo haber sido el arrebatar dicha posición al mismísimo Mendelssohn, tal vez como consecuencia de la condición de judío converso de este último. Rungenhagen fue responsable de la reposición, dentro de la Sing-Akedemie, de la Pasión según San Juan y la Misa en sí menor, ambas de Bach.

Pero la gesta en la recuperación del legado de Bach fue debida, con anterioridad, en 1829, a, precisamente, Felix Mendelssohn. A pesar de su origen judío, su familia era una de las más ricas de Berlín y su notoriedad en la vida berlinesa contribuyó a que se granjeara la amistad y el reconocimiento de un importante número de músicos, artistas y escritores, lo que hizo que Mendelssohn y su hermana Fanny se criaran en un ambiente de enorme inquietud intelectual. El mismo Goethe fue testigo de las proezas que un prodigioso niño era capaz de llevar a cabo al piano, comparándolo -y estimándolo superior- con el mismísimo Mozart, al cual también pudo conocer durante la infancia del músico salzburgués.

Esta familia no participaba de una manera pasiva en la vida cultural berlinesa. De hecho, los abuelos de Mendelssohn se conocieron en la Sing-Akademie, e incluso una tía abuela de Felix, Sarah Levy, era una excelente pianista, que había celebrado numerosos conciertos en la academia, y que había sido discípula de Wilhelm Friedemann Bach, hijo precisamente de Johann Sebastian, con lo cual comenzamos a enlazar con el protagonista de nuestra obra de hoy. Esto permitió a Felix disponer de un enorme arsenal de partituras bachianas custodiadas por su tía Sarah, gracias a que le fueron regaladas por su profesor. Pero también dispuso de otras partituras que pertenecían al que en aquel momento era director de la academia, Carl Friedrich Zelter, que fue alumno del mismísimo fundador de la academia, Carl Friedrich Christian Fasch, y también de otro de los hijos de Bach, Carl Philip Emmanuel, el cual pudo ser el mayor responsable de la conservación de las obras de su padre que nos han llegado hasta hoy día. Gracias a este cúmulo de circunstancias, Mendelssohn pudo beber directamente de las fuentes primigenias del barroco maduro, y, fruto de esa relación amorosa, recuperar la memoria olvidada de Bach a través de su, quizá, más importante e influyente obra, la Pasión según San Mateo.

Aun así, nuestra genealogía hasta Bach y su oratorio aún queda incompleta. Es necesario saber que Fasch fue hijo de otro compositor, hoy día también rescatado de los abismos del olvido. Johann Friedrich Fasch, que así se llamaba, nació apenas tres años más tarde que Bach, cerca de la localidad de Weimar, con lo que era, al igual que Bach, turingio. Desarrolló su vida en Sajonia, coincidiendo con el resto de compositores alemanes que ya hemos tratado en esta serie, siendo discípulo también, en la Thomasschule de Leipzig, de Johann Kuhnau. De todas estas coincidencias devino una gran amistad entre ambos compositores, llegando al punto de encontrarse entre los legajos de Bach alguna composición de Fasch, bien para ser estudiada, bien para ser interpretada en alguno de los conciertos a que obligaba a Bach su contrato con el municipio de Leipzig. Esto hizo, junto a la admiración que padre e hijo profesaban a Bach, que al crear la institución de la Sing-Akademie de Berlín, uno de los propósitos principales, puesto que quería ejercer una función tanto de estímulo de la creación musical como de conservación y rememoración de la pretérita, fuera la de mantener viva la llama de la creación bachiana, por lo que dicha institución fue el catalizador último de la conservación del legado de Bach.

Por eso, y aunque no tenga mucho que ver con la celebración que nos ocupa, te voy a poner una obra de carácter festivo del amigo de Bach, que es la parcela de su obra hoy día más conocida, como consecuencia de su contrato con el Príncipe de Anhalt-Zerbst, corte famosa por su inquietud cultural y por la poca dificultad con que encontraba motivo para celebrar, dado su gusto por actividades tan variopintas como la danza, la caza, el juego y la buena mesa. 





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