Navidad barroca: Eurovisión
Para celebrar el año nuevo vamos
a experimentar una especie de deja vú, pues vamos a escuchar un nuevo tedeum. Y
es que la tradición navideña no tiene por qué ser antigua, basta con una
reiteración de una norma durante mucho tiempo. ¿Y quién recuerda cuándo se
comenzó a usar la melodía de sintonía en la carta de ajuste de las conexiones
con Eurovisión para acceder a la retransmisión en directo del concierto de Año
Nuevo en Viena y el subsiguiente concurso de saltos de esquí en Garmisch-Partenkirchen? Pues a base de repetirlo durante años en nuestra reciente historia televisiva, ya es tradición navideña escuchar està sintonía en la resacosa mañana del 1 de Enero de cada nuevo año.
Poca gente sabía que se trataba del ahora famoso Te Deum de Charpentier, con lo que no abandonamos ni Francia ni el siglo del Rey Sol. Ya sabemos que Charpentier se vio eclipsado por la ambición y el privilegio de Lully ante el rey, por lo que él sí se dedicó a la música religiosa por obligación de sus sucesivos trabajos como maestro de capilla.
No se sabe a ciencia cierta cuándo se compuso, pero se cree que fue entre 1688 y 1698, mientra estuvo trabajando como maestro de capilla para la iglesia parisina de Saint-Louis. Por las fechas, resulta sarcástico que pudiera parecer una celebración por la muerte de su oponente en 1687, pero el caso es que no se sabe su motivo.
Una teoría es que sirvió como celebración de una victoria militar, en concreto en la batalla de Steenkerque o Steenkirk, encuadrada en el conflicto de la Guerra de los nueve Años, una suerte de pequeña guerra mundial entablada por la pujante Francia de Luis XIV contra una liga de potencias opuestas a su expansión territorial, formada por países protestantes bajo la égida y mandato de Guillermo de Orange, quien era rey de Inglaterra y estatúder de las Provincias Unidas de los países Bajos, coaligados con el Emperador Leopoldo I del Sacro Imperio Románico Germánico, y que se denominó la Gran Alianza. Como no podía ser de otra manera en el siglo XVII, auspiciado por la decadencia del imperio español, reinado por Carlos II el Hechizado, y que más tarde, por su falta de descendencia, desencadenaría la Guerra de Sucesión española, como colofón de los conflictos de la época y nuestra carrera en declive como potencia mundial, el escenario de la batalla formaba parte de los Países Bajos españoles, como el de la guerra en general lo conformaban las colonias del Nuevo Mundo. No fue una batalla muy halagüeña, pero suficiente para que el Rey Sol preservase su prestigio y sus territorios por el momento. Como curiosidad, tras dicha batalla, se puso de moda un estilo de corbata, de encaje, colocada de manera descuidada, y asegurada en su posición haciendo pasar su extremo por un ojal de la chaqueta, porque al parecer fue como la portaron los militares durante la batalla, al colocárselas de manera apresurada y negligente tras el ataque sorpresivo de las huestes holandesas. Y quien al parecer supuso el origen de la moda fue una cantante de ópera, Mlle Le Rochois, interpretando el papel de Tetis en una ópera de Collasse. Su prestigio, debido entre otras cosas a su apadrinamiento artístico por parte de Lully, le dio la suficiente fama como para convertir una anécdota, al vestir una corbata de esa guisa, en moda.
La obra, como tantas otras que se
rescatan últimamente, anduvo perdida hasta su redescubrimiento en 1953 por el
musicólogo Carl de Nys, e inmediatamente pasó a ser usada por la Unión Europea
de Radiodifusión, en 1954, como sintonía para sus conexiones y como preámbulo
del festival de canción europeo.
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