Salve Regina
Virgen rezando - Sassoferrato |
Devocional y musicalmente, esto
de traduce en la composición de varios himnos en su honor, a los que la Iglesia
les ha encontrado acomodo como último canto en la liturgia de las horas, en el
servicio de completas. Estos himnos son Alma
Redemptoris Mater, Ave Regina Coelorum, Salve Regina y Regina Coeli.
La utilización de cada una de
ellas va a depender de la época del año litúrgico que se trate. De todos modos,
es Salve
Regina la que más éxito ha obtenido de las cuatro, y la que ha dado con
más frecuencia el salto desde la oración religiosa diaria a celebraciones
festivas específicas en honor a la Virgen. Pero su fin primordial, en el
ordenamiento religioso actual, es que sea entonada en el periodo que va desde
el último Domingo de la Trinidad hasta el Sábado víspera del Primer Domingo de
Adviento. Por tanto, estaría fuera de lugar en nuestro viaje navideño musical.
La que está prevista para esta época es el Alma
Redemptoris Mater.
“Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre Virgen.
Es decir, que ya ha dado a luz a
Jesús, con lo que sería más adecuado su uso a partir de Navidad. Sin embargo,
en el Salve Regina se ruega a la Virgen que nos muestre a Jesús,
fruto de su vientre. Por lo tanto, más en sintonía con la espera y el anhelo de
la llegada de Dios.
"Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia,
Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lagrimas.
Ea pues Señora Abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos Misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús
Fruto Bendito de tu Vientre.
Oh Clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María.
Ruega por nosotros Santa María Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y Gracias de Nuestro Señor
Jesucristo.
Amén".
Pero si hemos de ser objetivos y
rigurosos, podemos recorrer un poco la historia de este himno. Una de las
hipótesis más plausibles es que fuera compuesto entre el siglo Xi y XII, y un
autor probable sería el santo Bernardo de Claraval, figura prominente en los
inicios y expansión de la orden cisterciense. Pero además de ser un místico, bajó a
la mundanidad por bula papal, que lo requirió para predicar la Segunda Cruzada
contra el Islam, a lo cual se enconmendó con apasionado fervor, pues si el papa
lo ordenaba no era sino porque lo mandaba el mismo Dios. Esta bula es de 1145,
y una leyenda relata que, mientras el santo actuaba como legado apostólico en
Alemania, entró (la víspera de Navidad de 1146) en la catedral (al parecer, de
Mainz) con el canto procesional de la antífona, y, cuando se cantaron las
palabras “O clemens, O pia, O dulcis
Virgo Maria”, se arrodilló tres veces. Según la narración más común, sin
embargo, el santo añadió la triple invocación por primera vez, movido a ello
por una repentina inspiración”.
Lo cierto es que a partir de
entonces tenemos datos de la gran difusión que tiene en la orden del Císter la
devoción mariana, incluyéndose el canto del himno en la celebración de todas
las festividades marianas.
La primera versión que te traigo es la debida a George Friedrich Haendel, compuesta durante su peregrinaje musical italiano a principios del siglo XVII e incluida en la ya citada obra Vísperas carmelitas de 1707.
Como es normal, el territorio
donde más se implantó la moda de musicar el himno, fue en la contrarreformista
Italia. Antonio Vivaldi no fue una excepción. Su obra data de mediados de 1720,
fecha aproximada, dado que el momento exacto no se sabe, y ayuda a fijarlo el uso
de una flauta travesera como instrumento obbligato en el tercer movimiento,
instrumento cultivado en Alemania y Francia, que no arraigó en Venecia hasta
entonces. Y, lo que no es común, no está compuesta para el Ospedale della
Pietá, aunque tampoco se sabe para la institución que se compuso. En esta obra
Vivaldi abandona la introspección de su obra sacra anterior, y muestra una
mayor exuberancia instrumental y vocal.
También fue costumbre el
desarrollo del canto mariano en Nápoles. La reducción que se fue imponiendo en
su canto, desde uso de dobles coros al uso de tan sólo solistas, fue muy apropiado
para la formación e interpretación en los orfanatos caritativos de la ciudad,
verdaderas canteras de intérpretes y compositores, que llenaron los espacios musicales de toda Europa, entre los que destacaron
Pergolesi y Leonardo Leo. Este último fue uno de los grandes precursores de la escuela
napolitana, no solo a través de la composición, sino también a través de la
docencia, que ejerció en dos de los conservatorios de la ciudad, Sant’Onofrio y
Santa Maria de Loreto, además de en el suyo propio, della Pietá de Turchini,
donde él se formó.
Está Leo en plena época de redescubrimiento, rescatándose su importante corpus operístico, y del que te traigo su versión del Salve Regina
Johann Adolph Hasse fue, quizá,
el mayor compositor italianizado de Alemania. Nació cerca de Hamburgo, otra
gran ciudad musical, y cuando obtuvo el puesto de cantante en la corte de
Brunswick-Lüneburg, donde también demostró sus dotes como compositor de ópera,
el príncipe decidió mandarlo a Italia a completar su formación. Allí, en
Nápoles, su capital musical, recibió una breve formación por parte de otro gran
compositor, Nicola Porpora, pero también conoció al gran maestro de la época,
Alessandro Scarlatti, y se decantó por beber directamente de la fuente
primigenia, lo que le llevó a desavenencias con Pórpora. Su estancia en Italia
fue más larga que la disfrutada por Haendel, y volvió reiteradamente a estrenar óperas
suyas en Roma, Venecia y Nápoles. Y ello a pesar de estar al servicio de la
corte de Dresde, cuya capilla musical se granjeó la fama de ser una de las
mejores de Europa. Su contrato fue al principio informal, ya que al quedar el
puesto vacante de maestro de capilla por la muerte de Heinichen, la precaria
salud del elector de Sajonia, Federico Augusto I el Fuerte, que preludiaba su
muerte, paralizó la burocracia de Dresde. De esa época datan una serie de
trabajos religiosos compuestos por Hasse para la institución caritativa
Ospedale degli Incurabili de Venecia, semejante al della Pietá para el que
trabajaba ocasionalmente Vivaldi. De entre ellas se encuentra este Salve Regina
en sol mayor.
A pesar de haber tenido una
educación protestante, no es de extrañar esta dedicación a la música de la
contrareforma, pues a su formación italiana hay que sumar que, aunque Sajonia
era protestante, la corte, por mor de su elector, tuvo que convertirse al
catolicismo para poder optar a la corona de Polonia, de la cual fue rey hasta
su muerte.
Aunque en la versión que te pongo consta la fecha de 1741 como la de su composición, lo cierto es que la información de 1730 la saco del libreto del CD de donde se extrae dicho video. Puede que la discordancia radique del enorme caos en que cayó la música del compositor, pues ni él mismo sabía cuánta música había compuesto, ni pudo responder a los requerimientos de un historiador musical contemporáneo, Charles Burney, que lo visitó en Viena en 1772, quien quiso sistematizar su obra. Tampoco ayudó mucho el persistente ardor guerrero de uno de sus mayores admiradores, el rey Federico II de Prusia, principal responsable con sus bombardeos de la destrucción de gran parte de los archivos autógrafos de Hasse en Dresde. Y, por último, también influyó en su actual olvido una cierta denostación de su obra en su patria por ser un músico tildado de católico y ensombrecido por la figura protestante de Bach y la pujanza de una corte enemiga, la de Prusia.
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