Adoración de los pastores
Adoración de los pastores - Mengs |
La tercera cantata del Oratorio
de Navidad de Bach estaba prevista ser tocada en el tercer día de Navidad, que
coincide con la onomástica de San Juan Evangelista, con lo que hubiera perdido
su sentido narrativo y su unidad con el resto del trabajo. Por ese motivo, esta
cantata, a diferencia de las dos anteriores, fue representada por la mañana,
antes de la lectura del evangelio, en la iglesia de San Nicolás, pero no por la
tarde, en la de Santo Tomás, motivo por el cual la representación en esta
iglesia del oratorio fue incompleta. En su lugar, se usó otra cantata con la
temática relacionada con el día del santo.
Narratívamente, esta cantata se
dedica a la adoración de Jesús por parte de los pastores, con lo cual bien
podría caber en un día como hoy, en que continuarían acercándose al establo o a
la cueva donde Dios se encarnó. Para ello, el narrador o evangelista, usa los
versículos del evangelio de Lucas:
15 Sucedió
que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron
unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que
el Señor nos ha manifestado. (primer recitativo y segundo coro)
16 Vinieron,
pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el
pesebre.
17 Y al
verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.
18 Y
todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Pero
María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. (segundo
recitativo).
El resto, como es habitual, se
debe a textos de poetas luteranos, en gran medida a cargo de Picander, pero
también de Paul Gerhardt, Christoph Runge y del mismísimo Martín Lutero (concretamente
la primera coral).
Como el resto de la obra, mezcla
números nuevos, como lo es el aria de contralto, con, principalmente, números
ya utilizados en otras obras, especialmente, en este caso, con las cantatas ya
referidas BWV 213 y 214, recurso conocido como parodia.
El concepto de parodia es
diferente al que tenemos hoy día, y, por tanto, su consideración también es
distinta. O, por mejor decir, en realidad usamos el antiguo término para su
actual acepción, y nos vemos obligados a ampliarlo para darle el significado
primigenio. Ahora lo llamamos parodia musical o parodia barroca, pero entonces
era simplemente parodia, y consistía en la reutilización de material propio o ajeno
en la creación de una nueva obra. Esto se podía lograr cambiándole simplemente
el texto para la nueva composición, pero lo normal es que precisase una nueva
reelaboración para adaptarlo. Entonces no estaba mal visto. Hoy día hablaríamos
de plagio. Era, sencillamente, un recurso para aprovechar composiciones que de
otro modo no se hubieran vuelto a escuchar más, pues ya sabemos de la
intrascendencia temporal de la creación de los músicos en aquella época y de la
enervante demanda de continuo nuevo material para todas las celebraciones del
año. Tampoco existía la posibilidad de difusión de partituras que podría haber
hoy día ni la de un oyente asistir a varias iglesias alejadas a experimentar
ese placer que hoy llamamos melomanía, por lo que los mismos músicos se veían
obligados a hacer visitas a sus colegas para observar qué ideas nuevas
exponían, y así permearse por ellas y seguir evolucionando. Entonces no era
raro que se trajera de vuelta a su capilla algunas copias del otro compositor,
sirviendo a veces para, incluso, usar las cantatas ajenas en alguna ocasión,
hecho éste que a veces ha confundido a los estudiosos de nuestro tiempo a la
hora de atribuir obras, lo que hace que la catalogación de las mismas sea un
arte aun candente en nuestros días.
La desambiguación del término
quizá provenga del mismo mundo musical. Como te comenté acerca de Haendel, uno
de los motivos de la decadencia de su ópera italiana fue el surgimiento de ese
nuevo género en Inglaterra llamado ópera-balada, en el que se satirizaba, precisamente,
la ópera seria, y para ello se servía, entre otras cosas, de parodias, en su
puro significado, de números de la misma, pero con socarronería y mordacidad,
aunando, pues, imitación y burla, que es lo que conceptualiza actualmente el
término, pero que es, como vemos, un uso posterior.
En cualquier caso, sigamos
maravillándonos con la belleza de esta tercera Cantata Herrscher des Himmels, erhöre das Lallen BWV
248-3.
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