2º Día de Navidad: Gloria a Dios en las alturas

Natividad - Grebber

Gottfried Heinrich Stölzel es otra de las figuras por descubrir hoy día. Natural de Sajonia, y un poco más joven que Bach, ha sido otro compositor que ha dormido hasta tiempos muy recientes bajo la sombra de la inmensa figura del cantor de Leipzig. Fue un completo humanista, pues además de formarse como músico, lo hizo también en poética y oratoria, y finalmente fue a estudiar teología a Leipzig, donde entró en contacto con ese núcleo tan importante de músicos cuya magnitud está desbordándonos, no todo lo que quisiéramos, actualmente: Bach, Telemann, Kuhnau, Haendel, Heinichen, Hoffmann.

Perteneció a la estirpe de filarmónicos errabundos, tanto por razones de trabajo como de formación y cultivación. Recorrió en tierras germanas Breslau, Naumburg, Bayreuth, Gera, Halle. Y, en el extranjero, Venecia, Roma, Florencia, Linz, Praga. Para finalmente ostentar, como culmen a la aspiración de cualquier músico de la época  que se preciara, el cargo de maestro de capilla en la corte de los duques de Gotha-Altenburg, donde sirvió los últimos 30 años de su vida.

Gozó de gran fama en su tiempo, con una temprana carrera operística con textos en alemán, muchas veces de su propia autoría, pero cultivando todos los géneros, y decantándose finalmente por el religioso para cumplir con su obligación como maestro de capilla, que era la de proveer de música a los actos litúrgicos de la corte. Compuso 12 ciclos completos de cantatas para el año litúrgico, dos de ellos dobles, lo que suponía que habría creado unas 1100 cantatas. Pero aunque nos han llegado muchos datos de su vida, gracias a la concienzuda recopilación por él mismo de los más mínimos eventos que le sucedían, no pasó lo mismo con su música, la cual, y a pesar de morir con gran reconocimiento de sus conciudadanos, no pudo evitar el negligente cuidado que de ella tuvo su sucesor en el cargo, el también magnífico músico Georg Benda.

Toda esta obra se perdió, y hasta nosotros no nos ha llegado ni siquiera su obra operística, perdida completamente. Pero afortunadamente, gracias a uno de los hábitos característicos de la época, un buen número de estas cantatas se han podido preservar completa o parcialmente.

Antes de entrar al servicio de los duques de Gotha-Altenburg, cuatro años antes, Stötzel optó al puesto de maestro de capilla de la corte de Schwarzburg-Sondershausen, pero su príncipe Christian William I se decantó por otro músico, por lo que tuvo que seguir su peregrinaje hasta encontrar su trabajo definitivo en 1719. Sin embargo, en 1720 el príncipe falleció, y su sucesor, Günther I, que se había disgustado con la elección de su padre, intentó recuperar a Stölzel para el cargo, pero ya era demasiado tarde. No obstante, llegó a un acuerdo por el que se comprometía a aprovisionar de música a la capilla de Sondershausen, por lo que aprovechó el mismo ciclo que componía para su cargo de Gotha para copiarlo y enviarlo a la otra corte. Eso sí, diez años más tarde, en cuanto el maestro de capilla que le había quitado el puesto lo dejó para ir a trabajar a una nueva corte. Y las cantatas que nos han llegado han sido precisamente las copias realizadas, que se beneficiaron de este acuerdo.

Aunque la cantata Ehre sei Gott in der Höhe, que sencillamente se refiere a la lectura del evangelio de Lucas,2 14:

14 !!Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!

se interpretó en realidad el día de Navidad de 1736, yo lo coloco en este segundo día por su temática relacionada con el anuncio de los ángeles del nacimiento de Jesús a los pastores, para que vayan a adorarlo.





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