Navidad barroca: Primer Domingo de Adviento II
María grávida - 1409 Escuela húngara |
Nun komm, der Heiden Heiland, BWV 61 es la cantata de Adviento más antigua de Johann Sebastian Bach que ha llegado hasta nosotros. La compuso en 1714 durante su estancia en Weimar. Su texto principal de debe a a Erdmann Neumeister, quien la había publicado ese mismo año en su colección Geistliche Poesien mit untermischtenBiblischen Sprüchen und Choralen auf alle Sonn und Festagge (Poesía sacra combinada con proverbios bíblicos y corales para todos los domingos y festivos), ideada para Telemann durante su estancia en Frankfurt am Main, lo cual revela una vez más el entrecruzamiento de vidas de los tres autores, hasta el punto que se creó un lazo de amistad entre Bach y Telemann que generó el que este último fuese el padrino de uno de los hijos del primero, Carl Philipp Emmanuel Bach, a la postre también importante compositor.
A pesar de la justificada fama
actual de Bach, hay que decir que, en su momento, el más celebrado y afamado
fue Telemann. Aunque el ser mayor que Bach no deja de ser una anécdota, siempre
fue por delante de él, de tal manera que Bach aspiraba a lo que Telemann iba
soltando. De hecho, el que finalmente pudiera ocupar el cargo que mantuvo hasta
el final de sus días se debió a que Telemann renunció a él.
El cargo de Thomaskantor de la Thomasschule
en la iglesia luterana de Santo Tomás quedó libre a la muerte de su titular,
Johann Kuhnau. Fue Telemann quien lo consiguió, pero optó a él sólo para negociar mejoras en sus relaciones contractuales en Hamburgo, so amenaza de
largarse a Leipzig. Una vez renunció a él, el ayuntamiento terminó por decantarse por otro de los candidatos, Bach. No fue una elección agradable,
pues se debió más bien a la influencia de los aristócratas y del mismo monarca
elector de Sajonia, por lo que la creciente e independiente burguesía vio con
malos ojos este nombramiento, con el que no estaban de acuerdo. Esto hizo que no se apreciara adecuadamente a
Bach por su valía musical, y determinó el destino del compositor, de él
personalmente y de la historia de la música, pues esas fricciones impidieron a
Bach desarrollar una carrera más secular. Eso hubiera cambiado quizá la visión
mística que tenemos de él, como músico enraizado tan sólo en la temática religiosa, cuando es evidente que hizo tentativas para poder hacer música
teatral. Fruto de ese interés son las cantatas profanas que nos han llegado de
él.
En este aspecto, lo máximo que
pudo conseguir fue el puesto de director del Collegium Musicum,
institución musical semiamater, semiprofesional, dedicada a la instrucción
musical de estudiantes y a la interpretación de conciertos, para los que
compuso sus famosos conciertos de clave y de violín, y que fue creada en 1701
por Telemann.
Una de las vías de escape que
buscó, quizá por consejo de su amigo Telemann, fue la de intentar emigrar a Hamburgo,
para lo que se presentó como aspirante al puesto de cantor en la Iglesia de San
Jacobo, donde trabajaba Neumeister, quien lo apoyó para conseguirlo, aunque
infructuosamente, según se desprende de su famoso sermón acerca de la
simonía: ya pueden los mismos ángeles optar al puesto, que si no disponen de
dinero, nunca lo conseguirán.
En fin, el verdadero ángel ya lo
tenían en la puerta de la iglesia y lo rechazaron por un petimetre adinerado.
Nos queda a nosotros ofrecerle la victoria de escuchar su música inmortal.
La cantata fue escrita para el 1º Domingo de Adviento durante su estancia en Weimar, donde se comprometió a completar 4 ciclos de cantatas, en las que, lo habitual, es que se apoyara en los textos facilitados por el poeta de la corte, que en este caso era Salomon Franck. Pero éste no había completado aún su ciclo de textos, cosa que no plasmó hasta 1715, por lo que Bach, apremiado, cuando se encontraba en esta situación, al no disponer del libretto oportuno, tenía que recurrir a textos de otros poetas, en este caso, a los de su amigo Neumeister. No obstante, como ya hemos referido, en las cantatas se mezclaban distintos elementos: himnos luteranos convertidos en corales -y en muchas ocasiones, también compuestos por él-, pasajes bíblicos, y poesía de nueva creación, explicativos o desarrolladores de dichos pasajes. Así, en esta cantata, a lo compuesto por Neumeister, se añade un fragmento del Apocalipsis (3,20) en el recitativo del bajo, siendo recurso habitual el uso de esa tesitura para interpretar la voz de Cristo, que es quien llama a la puerta, efecto para el cual Bach se ayuda del pizzicato de las cuerdas, con que simula el golpeteo sobre nuestras puertas. En el último coro también se utiliza un fragmento ª de la canción “Qué hermoso brilla el lucero del alba” de Philipp Nicolai (1599). Y finalmente, el comienzo de la cantata usa precisamente la traducción al alemán realizada por Lutero del himno latino "Veni Redemptor gentium", que ya citamos al hablar de Praetorius. En este caso, Bach no lo utiliza como coral, sino que el orfeón participa de la estructura armónica de la pieza de inicio, que no es más que una obertura a la francesa, llamada así porque era la que solía preceder a las óperas francesas, aunque luego su uso se extendió para abrir las suites orquestales, de las que Telemann fue un excelso maestro, y, tal vez, debido a su influencia, transmitió este gustó francés a su amigo Bach, quien compuso otras cuatro. Suele caracterizarse por un inicio solemne, casi marcial, seguido de una sección fugada, y finalizada mediante un regreso al inicio, creando una estructura que podríamos definir como da capo. El resto de la cantata responde a la estructura clásica de Recitativo-Aria-Recitativo-Aria- Coro o coral.
Para obtener el libreto y su traducción: https://www.bach-cantatas.com/Texts/BWV61-Spa7.htm
Comentarios
Publicar un comentario